Seguimos subiendo en dirección a la Vega de Liordes, esa ruta cuya primera parte podéis ver aquÃ. Delante de mi iban otros tres senderistas que varias veces nos juntamos, charlamos un rato, comentamos cosas de la ruta pero siempre los dejaba salir primero porque nada como tener alguien delante para mejorar las fotos incorporando figuras humanas como a mi me gusta. Aunque vamos, con ese hayedo de fondo me parece que la foto ya valÃa la pena hubiera gente o no.
¡Animo! No sé cuánto tiempo llevo andando pero aún queda un buen rato para llegar a la salida del collado en esa «V» de arriba a la izquierda. Esta frase irá cambiando a «no sé cuánto tiempo llevo andando pero ya estoy hasta los c*j*n*s» según sigues subiendo, garantizado.
Sobre todo cuando giras una curva y aparece esto. No es que haya inclinado la cámara, es que la subida era asÃ. Por si os apetece subir montes o montañas recordad una cosa: esto es un maratón, no un sprint. Se trata de llegar arriba y conservar fuerzas para bajar con seguridad. De nada sirve que empecéis a subir a toda mecha si pasada la primera hora no podéis con las piernas. Y cuidadito con las bajadas, que descender por una ruta llena de piedras como las de la foto te deja las piernas como dos estacas y las rodillas hechas una piltrafa, comprobado en primera persona.
Giras otra curva… oh, sorpresa, ¡otra subida! No pasa nada. Sesenta pasos por minuto, o incluso cuarenta y cinco si la subida es muy potente. Siempre el mismo ritmo, pasito a pasito, pasito a pasito y haciendo algún descanso cuando te lo pida el cuerpo.
Yo voy haciendo los descansos cuando me los pide el corazón. Suena a chorrada o a pelÃcula ñoña, pero es asÃ. Mientras vas andando es fácil notar los latidos del corazón. Una amiga profesora de educación fÃsica me comentó el ritmo cardÃaco no debe pasar de 220 menos tu edad, asà que voy subiendo mientras noto dos pulsaciones por segundo (120 por minuto). Sigo, sigo, si noto que sube a 150-180, reduzco el ritmo o paro un rato para reducir pulsaciones y de paso aprovecho para beber. Es algo tan mecánico que sale solo, y al final cuando te das cuenta estás bastante arriba con el mÃnimo desgaste. Anda… si yo empecé a caminar en ese prado del fondo y ya estoy aquà arriba, ojo con resbalar y caer por este tobogán porque vuelvo a la casilla de salida dando tumbos.
Claro que más arriba estaba ese buitre, seguramente soñando con merendar excursionista hoy. Pues lo siento pero no vamos a darle ese gustazo. A veces me paro a pensar en mis aventuras montañeras y no me preocupan los buitres, pero anda que como un dÃa me encuentre un oso o una manada de lobos me va a dar la risa.
¡Sorpresa! ¡Otra subida más! Y además con suelo de piedrecillas que patinan, maravilloso…
Aún más arriba. Seguimos superando subida tras subida y cada vez Fuente De se ve más lejano.
Adivinad… ¡otra subida más! No sé cuántas veces me he visto delante de esta misma imagen, cada curva en el camino es el preludio de esta misma estampa. ¿Estaré en la versión montañera del dÃa de la marmota?
Desde aquà el panorama de los montes que rodean Fuente De es impresionante. Con su hayedo y ese par de montañeros abajo a la izquierda contemplando las vistas.
Casi llegando arriba aparece un paso excavado en la roca de la ladera. Si has llegado aquà ánimo porque ya no falta nada.
Penúltima subida, pero cómo debe tener una inclinación de diez grados frente a los cuarenta y cinco de algunas de las rampas anteriores es como si fuera un llano, la pasas a toda velocidad.
Aparecen unas acumulaciones de piedra y la boca de entrada a una mina a la derecha, en la zona de sombra. La Vega de Liordes estaba llena de minas asà que prácticamente hemos llegado. Prueba superada, señores.
Y por fin, dos horas y cuarto de subida rompepiernas después estaba en la Vega de Liordes. Lo que ahora es un prado entre montañas en su dÃa fue un lago glaciar y unas minas después. Costó pero llegué, asà que vamos a sentarnos un rato, sacar la comida y disfrutar del aire libre que dentro de un rato habrá que empezar a pensar en la bajada por el Collado de Remoña y la Majada de Pedavejo. Bajar siempre es más fácil, pensaba yo. Si, si, la que me esperaba aún…
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