Aunque no lo parezca porque el blog siguió funcionando normalmente y no dije nada no fuera a ser que los amigos de lo ajeno aprovecharan para hacerme una visita inesperada por casa, la semana aprovechamos para pegar una saltito en avión y largarnos a casi dos mil kilómetros de Santander.
Aquà vienen las pruebas demostrativas de tal hecho, empezando por la tÃpica foto desde lo alto mientras el sol se oculta en el horizonte.
¿Donde nos fuimos? A Lanzarote, destino que no destaca por sus dimensiones ni por la cantidad de cosas que ver pero que nos venÃa perfectamente para lo que querÃamos, una semana de no pegar un palo al agua. Suite en un hotel con salida directa a la piscina, para asolearnos a gusto un rato y chapuzar como patos al minuto siguiente.
Punto dos: gastronomÃa. Un poco más y salÃamos a una de estas cada dÃa. Desde hace años me declaro devoto de las parrilladas de pescado de las Islas Canarias, tienen unos cuantos pescados (cherne, bocinegro, vieja, antoñito…) que no he visto por aquà y están de miedo.
Algo de tiempo que sobró también aprovechamos para lo que suele hacer la gente, ver volcanes, traernos una piedrita de lava de recuerdo, ir de cervezas a bares para guiris donde tocan grupos en directo, etc. Ni montañas, ni caminatas, ni ná de ná: sol, papeo, turismo, cervezas y asà es cómo se recargan pilas para una buena temporada.
Por increÃble que parezca, aún asà me traje casi MIL fotos y un montón de historias que contar, de modo que iros preparando porque dentro de poco empezarán los relatos novelados de las aventuras isleñas…
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