Santoña y su monte Buciero ya son dos clásicos del blog. En la esquina derecha del monte se pueden ver los restos de un fuerte camuflados, o lo que es lo mismo, ésto.
Como desde allà seguro que habÃa buenas vistas y mejores fotos, poco tardamos en irnos a explorar la zona. Como soy un vago y un dejado, mucho he tardado en sacarlo por aquà pero mira, nunca es tarde si la bicha es buena, que dicen aquellos a quienes les gustan las serpientes. Y eso que empezaba la cosa con una notable cuesta arriba, no os creáis que todo era caminar en llano. Claro que después de haber pasado por el Faro del Caballo, ésta inclinación es de chiste..
Lo que se ve a mano izquierda es una construcción para crear en su parte superior una plataforma que se verá luego.
Esta es la parte superior, con unas dependencias donde no sé si vivirÃan porque parece de todo menos acogedora. Aunque viendo otros lugares donde han vivido soldados esto serÃa un palacio.
Con sus sótanos y todo, llenos de arcos y ventanas a los lados. Desde aquà dentro ya salió alguna otra foto.
En la parte superior de la construcción principal hay una superficie empedrada que da hacia el interior de la bahÃa.
Detrás de donde tomé la foto anterior hay otra superficie empedrada orientada hacia el este, justo hacia la entrada de la bahÃa.
¿Y para qué sirven estas superficies empedradas? Por lo visto allà iban los cañones, a juzgar por el soporte que hay incrustado en el suelo. Según el grabado en la parte superior del soporte, fueron fabricados en la Fábrica de armas de Trubia, Oviedo, en 1830.
Eran otras épocas donde te levantabas una mañana y en vez de las labores cotidianas, tenÃas que ponerte a pegarle cañonazos a una flota de barcos recién llegados con insanas intenciones como invadir tu pueblo, quemar las casas, violar a las mujeres y robar todo lo que se pudiera. En eso hemos mejorado un montón, ahora sólo tenemos que pelear de cuando en cuando contra los que nos quieren vaciar el bolsillo, poner sanciones, vender de todo o darnos a conocer la palabra del señor hablándonos cinco horas sin parar. La pena es que no nos permitan usar cañones para defendernos, qué le vamos a hacer.
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