Seguimos por la ruta del Rio Cares, pasito a pasito por el camino que recorre la ladera de la montaña y acercándome cada vez más a CaÃn. Cuando enfilas el último tramo (más o menos los últimos dos kilómetros) aparecen un par de puentes. El primero es el Puente BolÃn.
Estructura sencilla, cortito, con buenas vistas a los lados saqué otra foto conforme iba alejándome para meter en la imagen ese grupo de abueletes de la derecha. Cuando pasaron a mi lado los oà hablar en gallego y me dije, anda, si es que estamos en todos lados, verás como cuando vaya a la luna me encuentro también otro gallego…
Siguiente puente, el de los Rebecos. Menudo recorte le hicieron a la montaña para poder pasar.
Aprovecho para sacarle otra foto al puente ya que el grupo de abueletes gallegos ha decidido que eso de caminar no va con ellos y se dieron la vuelta. Fijaros bien en el panorama porque es impresionante, y no me cansaré de repetirlo. Adiós montaña, bienvenido bosque, árboles y más árboles, adiós al secarral de la primera etapa de la ruta y bienvenidos mil tonos de verde.
Insisto y reinsisto: impresionante ver el rÃo corriendo por el fondo de un desfiladero mientras el sol alegra el dÃa y me facilita cantidad sacar fotos bien coloridas. Casi diez kilómetros en los pinreles y otros tantos que me esperan por la tarde para volver a mi coche. El estado en que van a quedarme los pies sà que va a ser impresionante, estoy empezando a notar un par de ampollas en el talón que prometen muchas risas en breve.
Espectacular, requeteinsisto. Qué sitio, qué agua, qué puente, qué paisaje, qué preciosidad.
¡Un kilómetro! ¡Queda un kilómetro! El rÃo ya está casi a la altura del camino y a la derecha se ven los restos de lo que parece ser parte de una central eléctrica o algo similar. Hay unas escaleras, una verja y un cartel que pone «Prohibido asomarse». Yo me asomé para echar una ojeada porque ponÃa «prohibido asomarse» pero no «prohibido asomarse a echar una ojeada» y tan sólo era un canal lleno de agua. Tanto cartel para eso, nos hacemos ilusiones que vamos a ver algo realmente espectacular y menuda cara de tonto se le queda a uno cuando sólo ve agua corriendo.
No todo es rÃo, agua o desfiladero, cada rato aparece la vista de una canal (también llamado «camino que sube entre las montañas») y hala, vengan fotos y más fotos porque esto no lo veo todos los dÃas. Asà no es raro que en un solo dÃa de ruta hiciera cuatrocientas fotos, cuando soy persona que no tira ráfagas ni hago fotos a tontas y a locas (además en esta ruta ni habÃa tontas ni locas, por lo menos que yo haya visto).
La canal anterior es la Canal de Dobresengos, por si alguien tiene curiosidad. «Menuda memoria tiene el tÃo éste» seguro que está pensando alguien en estos momentos. Memoria ninguna, pero cámara sà que tengo asà que fotografiar todo cuanto cartel me cruzo suele ser de cierta utilidad para suplir esta carencia.
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