Otra de los Ojos del Diablo (III) – Vamos a Cantabria

Otra de los Ojos del Diablo (III)

Hoy vamos a liquidar otra serie de entradas, la de la segunda visita a los Ojos del Diablo. Había subido ya al Monte Candina, visto los dos ojos, papeado entre buitres, me quedé sin subir al Monte Solpico por la niebla pero justo al bajar había una cima que me estaba tentando, aquella que mostré en la segunda entrada con varias personas justo en lo más alto.
Gente en lo alto
Pues nada, ancha es Castilla así que allá vamos. Espero no tropezarme con esas que están pastando en la ladera.
Cabras en la ladera I
Las mismas un poquito más ampliadas. No me tropecé con ninguna, y eso que tuve que bajar pasando entre un buen rebaño. Ellas a lo suyo que es pastar, yo a lo mío que es procurar salir indemne, que las cabras cuando se cabrean (nunca mejor dicho) son de armas tomar.
Cabras en la ladera II
Una vez en la hondonada al pie del pico de la primera foto enfilé hacia una piedra solitaria allá en lo alto y en zigzag por la ladera poquito a poquito fui subiendo sin problema. Si queréis hacer la misma ruta es muy fácil, la piedra se distingue perfectamente porque es bastante grande y está sola, fijaros cómo destaca.
Piedra en lo alto
Esperemos que siga ahí mucho tiempo, aunque visto que se mantiene en su lugar sólo por un trozo de piedra encajada bajo una esquina, cualquier día se nos va ladera abajo. A ver si no pilla a nadie por el camino porque ser embestido por una roca de dos metros de alto rodando a toda velocidad dudo que sea muy bueno para la salud.
La piedra en equilibrio
A su lado lo que parecen ser restos del esqueleto de una cabra. Si en este lugar hay una notable población de buitres, cualquier animal que la palme va a ser devorado y transformado en huesos mondos y lirondos en tiempo récord.
Restos de una cabra
¡Que llegamos a la cima! Anda, si hay una bandera blanca y un buzón.
Llegando a lo más alto
Fijaros cómo es esto de la fotografía, cómo es la luz y qué diferencia entre fotografiar el mismo motivo con la luz a mi espalda o con la luz a mi lado. En la primera tenemos la bandera y el buzón bien coloridos, contrastados y con un cielo azul bestial. Aquí la luz no es la misma, el contraste tampoco y para más se nos ponen unas nubes blanquecinas justo detrás. Qué desagradecida es a veces la vida del retratista dominguero, subiendo montes para sacar fotos bonitas y si no son las nubes es el sol, sino una bruma o tres cables por medio, un 99% de veces siempre hay algo que te chafa la imagen.
Buzón y bandera en lo alto
El pobre buzón está un poco carcomido por el óxido. Bueno, nunca se sabe, igual es un buzón deconstruido hecho con mi material favorito, el hierro oxidado. Que nadie se moleste en dejar aquí una nota porque con la ventolera que hacía no creo que dure mucho dentro del buzón salvo que vaya escrita en piedra como hacían los Picapiedras.
Restos del buzón
Allá abajo, a medio camino de una agua con un color azul turquesa precioso, unas cabras hacían equilibrios sobre las rocas a la busca de algo que llevarse a la boca. Alguna levantaba la cabeza en mi dirección como diciendo… ¿ese de la cámara no es el del blog Vamos a Cantabria? Mejor vámonos que el pesado este nos hace posar hasta que le salga la foto perfecta con sol, sin nubes, sin cables y con cabras.
Cabras al borde del mar
Vaya vistas de Oriñón que se tienen desde lo alto, con la playa, la ría y el camping ahí delante.
Vista de Oriñón
Hacia el otro lado hay otra montaña con la autovía rodeándola, Islares y la famosa cetárea que ahora mismo os paso a ampliar.
Vista hacia Islares
Aquí la tenéis. Ya le había dedicado una entrada pero desde este punto se distingue perfectamente cómo se hizo aprovechando la forma de las rocas, que sólo dejaban una esquina abierta.
Cetárea de Islares
Quedaba tan solo la parte menos graciosa como es desandar todo lo andado hasta ahora. Claro que al ser en bajada siempre se lleva mejor y como no me voy parando mil veces a sacar fotos siempre voy más ligerito. Nuevamente en la hondonada al pie de la última cima me fijé que había unos cuántos hoyos enormes, de un tamaño tal que en alguno había crecido un árbol enterito. No sé si estos hoyos serán naturales o artificiales, pero aquí había minas así que me imagino que serán artificiales.
Hoyo con árbol
Algo más de cuarenta minutos de caminata me esperaban. A medio camino me paré un rato a descansar y beber, cuando de pronto noto una sombra enorme que pasa a mis pies. Echo una ojeada hacia arriba y un buitre de notables dimensiones rondaba en las alturas contemplándome con esos mismos ojitos que se me ponen a mi cuando veo un bocata de jamón, un chuletón o unos pasteles. Siento desilusionarte amiguito volador, pero si estás buscando algo que merendar conmigo no cuentes.

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