En una primera entrada llamada «La otra Casa Blanca» mostraba la residencia del Marqués de Valdecilla, en Solares. Alrededor de la casa hay una finca de extensión más que respetable llena de árboles y jardines, con una casita para sirvientes en todo lo alto que si me la regalaran no iba a decir yo que no. Ya sólo por las vistas merecerÃa la pena.
Además de las casas hay varias estatuas y una fuente llena de angelotes retozando en una enorme concha sostenida por un cisne.
Qué bonita, qué bien hechitos y qué bien se conservan. Menos mal que esto no es América, si no ya hubieran denunciado al autor por poner muñequitos de niños en pelotas en una fuente. Y a los padres de los angelotes por sobrealimentarlos que están un poco gorditos. Y a todo el que lo mire mas de dos segundos, denunciado por pervertido sesuá. Qué le vamos a hacer si ellos son asÃ.
Con un par
«Con un par» se titula esta foto, pero no se sabe de qué. Con un par de chicas en el espigón, con un par de pelotas para estar ahà con el oleaje que hacÃa o con un par de neuronas cojas por arriesgarse a que llegue una ola de las bestias y te tire al agua. Rebobinamos para entendernos mejor. San Vicente de la Barquera, pleamar con mareas vivas y oleaje a lo bestia según fui relatando en esta entrada. Llegan dos chicas a uno de los espigones y se ponen a caminar hacia la punta. Si a mi, que otra cosa no sé, pero descerebrado y amante del riesgo soy un rato largo ni se me pasarÃa por la cabeza hacerlo, imaginaros cómo pintarÃa el panorama.
Es que aquà no puedes tener un fallo, no puedes cometer un error, no hay segunda oportunidad, si te equivocas y viene una ola que te tira al agua estás apañado. Y ellas tan tranquilas, sacando «selfies» que tan de moda están ahora.
Y ya no era sólo sacarse fotos, es que se sentaron y allà mismo pasaron un buen rato. Esto sà que es valor y no lo mÃo.
Claro que, como siempre, a todo hay quien nos gane y los medallistas olÃmpicos en la disciplina de «Actividad neuronal nula» son estos que filmaron en la costa de Coruña. El bailecito del último cuando lo pilla una ola de refilón es que no tiene nombre.
Las regiones devastadas
Paseando por Potes me llamó la atención un pirulo (de notable aspecto fálico, todo sea dicho) situado en lo que más o menos viene siendo el centro del pueblo, al lado de un palco de música (el que se ve al fondo a la izquierda en la segunda foto de esta entrada).
En el se distingue una inscripción y como de estas cosas casi siempre acaba saliendo algo interesante que comentar, ampliamos para ver qué dice «Dirección General de Regiones Devastadas». Mira qué curiosidad. Al Google directamente nos vamos.
De lo que pone en inscripción fui tirando del hilo y hay que ver cuántas cosas se aprenden a poco que te pongas. Nos remontamos a 1937, durante la guerra civil española. La noche anterior a que el ejército del tÃo Paco entre en el pueblo, los soldados republicanos le prenden fuego por los cuatro costados dejándolo hecho una verdadera piltrafa. En éste blog tenéis alguna foto de cómo quedó. Con posterioridad, en 1938 se crea el Servicio Nacional de Regiones Devastadas pensado para canalizar la restauración de las poblaciones que habÃan quedado especialmente dañadas. Curiosamente, aquellas destruidas en más de un 75% fueron «adoptadas por el caudillo Franco». Madre mÃa, leer estas cosas suena a las batallitas del abuelete pero esperemos haber espabilado lo suficiente como para no volver a repetir idioteces del mismo calibre.
Por aquà se entra y por allà se sale
Molan estos toboganes que vi durante las fiestas grandes de Bilbao, esas mismas que fueron en agosto asà que no hace falta que os diga nada sobre el retraso con que salen algunas fotos. En vez de tobogán normal y corriente, ponemos una pasarela gigante por la que los niños avanzan…
…hasta llegar a la boca del paisano con boina que por la boca se los come y por detrás…
…por detrás… estoooo… por delante los come y por detrás… ejem, salen. Asà los niños aprenden que comer es divertido, comer es bueno y eso me debió pasar a mi porque lo estoy convirtiendo en mi afición favorita. Qué queréis que le haga, si uno es de buen diente y las tentaciones abundan por todos lados.
Otro diseño de tobogán, aunque más pequeñito. El niño entra por la parte delantera de la oveja y por la rampa sale alegremente. Ya os digo, en el fondo es un tobogán de los de toda la vida pero mucho más innovador y divertido.
El último viaje del Frans Hals
Con los temporales de mediados de enero, una gabarra que estaba siendo remolcada acabó embarrancando en la playa de Reira, en Camariñas. Algo similar sucedió en Biarritz allá por 1996, un remolcador paradójicamente arrastraba al arrastrero ruso «Frans Hals» camino de su desguace pero el barco no parecÃa no estar muy de acuerdo con el tema, asà que casi a medianoche y en medio de un temporal se rompe el cable de remolque y acaba embarrancado en la playa Miramar.
Unos dÃas después se monta una tremenda operación para desencallarlo a base de tirar de él con tres remolcadores, se lo llevan hasta la fosa de Capbreton y allà lo hunden definitivamente a dos mil metros de profundidad. Quien esté interesado en la historia completa puede leerla en éste blog. Es en francés, y os recomiendo leer como podáis la versión original porque si intentáis traducirlo con Google, madre mÃa, eso sà que no hay quien lo entienda.
Como recuerdo, a la ciudad le ha quedado la hélice del barco que luce en un parque junto al faro de Biarritz.
Aquà la tenéis más cerquita. Algo oxidada, pero milagro que no le hayan plantado ninguna pintada, grafitti ni nada que se le parezca.
También hay un cartel explicativo de todo el asunto, con fotos del barco embarrancado en la playa que se puede ver justo desde este mirador.
Como no serÃa de recibo dejaros sin ver la susodicha playa, aquà está también. La pena es no poder ver el barco apoyado en la arena pero mira, nada que no se pueda conseguir echando una ojeada en otras webs, que para eso están.
El pin del BotÃn
Ya contaba por aquà la historia del recubrimiento exterior del nuevo Centro BotÃn, y cómo habÃan permitido que cinco mil personas diseñaran una de esas «pelotillas» cerámicas que conformarán dos de sus fachadas. Yo pinté un monigote y quedó mas majo que las pesetas. A continuación recibà un correo según el cual entendà que me iban a regalar un pin con el diseño hecho por mi. Huy que bien, huy que bien, me voy a recogerlo y en vez de eso me dan uno absolutamente blanco. Como la famosa frase de Henry Ford cuando lanzó al mercado su Ford T, allà se podÃa elegir un pin de cualquier color siempre y cuando fuera blanco.
A lo mejor tendrÃa que haber puesto un mÃnimo de atención al leer el correo para no llevarme decepciones, qué le vamos a hacer si lo leà a toda mecha y sin hacerle excesivo caso.
Una pena oiga. Ahora ya sólo falta que el edificio lo dejen en blanco y no llenen la fachada de los muñequitos que diseñamos esos cinco mil entusiastas de la garabaterÃa para que la decepción sea completa.
La capilla de los Santos Mártires
Esta se puede ver en Rasines, al ladito mismo de la plaza de toros cuadronda.
Es una capilla pequeñita y poco llamativa salvo por la espectacular entrada que da a la carretera, con esa parte sin muro ni ladrillos, cerrada a base de maderitas.
El interior está un poco desangelado: un altar allà al fondo, unas velas y para de contar. Limpito, con la madera del techo bien conservada y las paredes pintadas no hace mucho.
De los Santos Mártires se llama. ¿Y quienes son esos? Supongo que los santos que estén aquà dentro, porque con este nivel de humedad, que mana el agua entre los escalones y hay musgo por todos lados, tener que quedarse dentro debe ser un soberano martirio.
¿Ha quedado claro?
Annua y el temporal
En Cantabria hay cinco restaurantes con Estrella MichelÃn. De momento no conozco ninguno y salvo que la cosa monetaria mejore notablemente, algo que probablemente no suceda hasta el siglo que viene, tardaré en pasarme por alguno para ejercer de comensal, lo cual no quita que pueda circular por los alrededores ejerciendo mi perseverante labor fotográfica para aumentar el conocimiento del mundo mundial sobre los variados devenires cántabros.
Pues bien, el pasado domingo me hallaba en las cercanÃas de uno de estos restaurantes, el Annua de San Vicente de la Barquera. El menú no sé, pero la situación sà que es realmente envidiable en una terraza justo al borde de la rÃa de San Vicente. Es este edificio de color blanco.
Creo que está cerrado por vacaciones, asà que no me quedó remordimiento alguno por comer de sandwichete justo enfrente, sentado tranquilamente en un banco mientras disfrutaba del precioso dÃa de sol con el que nos sorprendió el segundo dÃa de febrero. Y tan feliz, oiga, qué gustazo eso de comer espatarrado, beber a morro de la botella de agua y hasta poder lamer la tapa del yogur sin que te miren raro los de la mesa de al lado. Si, soy un asilvestrado, ya lo sé.
Pues bien, el Annua está ahÃ, al pie de la rÃa. Si seguimos andando lo que nos encontramos es un espigón enorme que finaliza en un faro.
Cambiando de ángulo se puede ver el tremendo espigón y al otro lado de la rÃa, otro espigón menor con un faro blanco y rojo al final. El mar ya se aprecia un poquito agitado.
Cuando llegamos habÃa marea baja. Empezó a subir, empezó el oleaje y cuando me quise dar cuenta estábamos frente a un espectáculo increÃble de olas saltando por encima del muro del muelle.
Olas que rompÃan una y otra vez contra el faro, subiendo un montón de metros, dejándome con la boca abierta y obligando al obturador de mi cámara a trabajar horas extras en domingo.
Para que no se diga, hala, vÃdeo del asunto. Es curioso como el mar nunca se cansa y venga olas, olas y más olas, horas de olas seguidas saltando el muro. Asà no me extraña que tarde o temprano acabe por tumbar cualquier cosa que le pongas delante.
Por cierto, las inmediaciones del restaurante estaban llenas de curiosos que se acercaron al muelle para ver el oleaje. Uno incluso se llevó una buena mojadura. Yo no me reà por razones que más de uno puede suponer. Al dÃa siguiente salÃa en el Faro de Vigo una viñeta de Dávila, un humorista gráfico que para mi es de lo mejorcito que tienen en el periódico, en la que refleja clarÃsimamente lo paradójico que hay en estas tormentas.
HabÃa espectadores hasta que llegó un policÃa local y se acabó lo que se daba, circulen, aquà no hay nada que ver.
Mas cerquita, véase la cinta blanca separando al público del oleaje y eliminando la mayor parte de la gracia. Qué se le va a hacer.
Feliz tras horas de ver la furia del mar pelearse con las obras portuarias llego a casa, veo el Diario Montañés y según parece el Cantábrico ha hecho lo mismo pero a lo bestia en El Sardinero, en Somo y unas olas a lo animal en la Isla de Mouro. Vale, espectáculo al lado de casa y yo en el quinto pino, algo muy propio y muy habitual mÃo.
AlegrÃa para los alérgicos
Apañados van los pobres alérgicos al polen de los pinos y similares, con eso de que estábamos teniendo unas temperaturas impropias para la época en que estamos, me he fijado que hasta algunos pinos habÃan «florecido» ya, si es que tal término puede aplicarse al momento en que empiezan a salirle esas cosas amarillas por todos lados.
Aquà se ve más de cerca. Como uno tiene que echar mano a todo, agarré la rama, la agité un poco y una nube de polen amarillo salió despedida. El resto de los pinos por la zona de Mataleñas estaban igual, asà que a la primera ventolera que venga habrá polen en el ambiente para dar, tomar y regalar. Lo dicho, como para tenerle alergia.