Las ventajas de ser buen vecino

Cuando alguien llega a un lugar nuevo tiene dos opciones con los vecinos del barrio. La primera es pasar de ellos, hay quien esquiva el contacto y no pasa del buenos días o buenas tardes. A mi en cambio me va la cháchara y cuando ando de paseo saludo, me paro a hablar con todo aquel que quiere, me intereso por sus cosas y todo eso. Me viene bien porque me voy enterando de las cosas que pasan en el barrio y alrededores, me cuentan historietas varias sobre Cantabria que reciclo para el blog, me dicen sitios interesantes para ir, restaurantes donde comer bien y, lo mejor, según van saliendo los productos de la huerta me van surtiendo por la cara. Como por donde vivo hay mucho campo sembrado, sale de golpe mucho material comestible y los vecinos gustan de repartir. Hoy mismo mi vecina me preguntó si me gustaban las calabazas y al ser afirmativa la respuesta fijaros lo que me ha regalado.
Calabaza de nueve kilos
Esa regla mide cincuenta centímetros de largo. Nueve kilos, nueve, de calabaza. Y no os creáis que era la más grande, fijaros el material que tenía guardado en el bajo de su casa (con zueco del 43 incluido para dar una referencia). Ahora tocará cortarla, empaquetarla, guardar parte en el congelador y otra parte destinarla a crema de calabaza, que con queso rallado y un poco de orégano por encima está de vicio.
Calabazas a punta pala
Estas cosas criadas en la tierra y sin pasarse con la química tienen un sabor que los que se compran en el supermercado ni se le aproximan. Así que hala, a seguir de parloteo con los vecinos que es bueno para la salud y para el bolsillo.

Déjale un spray al niño

Y ya verás cómo pasa lo que tiene que pasar…
Pintada infantil
Suerte que no le dio al tierno infante por llenar la pared con la misma frase una y otra vez como aquellos castigos del cole en que te mandaban escribir lo mismo cien veces en la pizarra.

La playa en invierno

La playa en verano está bien, solete, aire fresco, calorcito, olas… pero montones de gente. En invierno tiene su encanto pero diferente. Aire (mucho más) fresco, (nada de) solete, (justo lo contrario del) calorcito, pero llevándose ropa de abrigo adecuada puedes dar un buen paseo a solas o acompañado de elementos a cuatro patas como aquel que se ve al fondo sin que nadie te moleste, sin molestar a nadie, totalmente a tu bola. Eso si, procurad no ir tras unos días de oleaje o un temporal de viento porque fijaros cómo se queda la arena.
La playa tras el temporal
Durante las visitas que he hecho en invierno me llegué a encontrar el fiambre de un perro traído por la marea, el de una ternera y el de una cabra, además de pescados, sepias y hasta un tiburón.

Jesús de Monasterio

Antes de llegar aquí, ni idea de quien era Jesús de Monasterio. Tras haber visto que le dedican calles, conservatorios, institutos y en Potes incluso un monumento, qué menos que enterarme de lo que hizo para merecer tales honores.
Monumento a Jesús de Monasterio en Potes
Lo más rápido es irse a la Wikipedia y allí nos enteramos que era un virtuoso del violín, anduvo mostrando su arte por Europa adelante y luego se volvió a España para ejercer la docencia musical sobre todo. Por cosas como ésta y los homenajes que le dedican a Ataulfo Argenta se nota que por aquí debe haber afición a la música. Canis y garrulos: hay vida más allá del reggaeton, os lo prometo.

Lucecicas de colores

San Sebastián. Cansados como perros tras todo el día camina que te camina por el Monte Igueldo, el centro, la Concha, el Monte Urgull, el barrio de Gros… la mejor manera de conocer bien una ciudad es patearla de cabo a rabo, pero coño, cómo cansa… acaba uno por la noche con los pies hechos una piltrafa, descansando sentado en un banco frente al Hotel María Cristina. Como no paro quieto estaba encuadrando el Kursaal, intentando verlo de una forma distinta a la que lo ve todo el mundo. Sin querer, me equivoqué y en vez de girar el anillo del zoom de la cámara giré el de enfoque y de pronto todas las farolas se difuminaron…
Luces de colores I
¡Anda! Mira que efecto más molón. Si enfoco a infinito, o a infinito más uno como haría un vasco, se ve todo curiosísimo. Lucecicas de colores bailando en la noche.
Luces de colores II
A partir de ahí ya fue un festival de probar, probar, probar, como un niño con un juguete nuevo, otro efecto fotográfico interesante descubierto de puñetero milagro.
Luces de colores III

Otra rotonda leonada

En Ribeira (o Riveira, no sé cómo toca el nombre este mes y al no tener aquí la TVG siempre temo equivocarme) había una rotonda con leoncito justo a la entrada del pueblo. En Comillas no son menos y toma rotonda señorial con león encima de una columna.
Rotonda del león en Comillas I
Obsérvese lo trabajado y decorado de la columnata, que añade un detalle de distinción a cualquier rotonda. Por cierto, a la derecha queda la afamada (en este blog) calle «La piedra del pajarito«.
Rotonda del león en Comillas II
Este, a diferencia del otro, no está tumbado sino en posición de saludo con una pata agarrando un escudo. Dan ganas de comprarse dos reproducciones en pequeñito y ponerlas en las columnas del portal de casa. Seguro que venía algún bloguero de sabe dios donde a retratarlos para reírse un rato como hago yo con los aguiluchos. El karma es así de cabroncetre.
Rotonda del león en Comillas III

Arte en Carcassonne

Pensé que ya había liquidado el paseo fotográfico por Carcassonne, pero no, echando una última ojeada no pude resistirme a sacar una nueva tanda con las manifestaciones artísticas encontradas en la ciudad, que no son pocas ni poco interesantes. Veamos la primera. Dentro de la ciudad amurallada nos encontramos con una estatua con forma de persona y anda… menudo palitroque le han puesto a media altura, estos franceses siempre tan explícitos…
Arte en Carcassonne I
Otra, del interior de la fortaleza. Esta va de parejitas como cruzadas por un montón de cicatrices y con una ristra de chorizos por la cabeza. Original cuanto menos.
Arte en Carcassonne II
Las dos siguientes las vi en una esquina de la plaza de los restaurantes. ¿Esto qué vendrá siendo? ¿Una macheta de carnicero que perdió su mango?
Arte en Carcassonne III
Este ya es más facilito, un pico clavado junto a una ventana. Mola eso de sentarse en un banco, echar una ojeada a un lado y anda, mira, un pico amarillo gigante…
Arte en Carcassonne IV
Ya en la parte de la ciudad «normal» había un puente con aspecto de medieval. Fijaros lo que le habían puesto delante, un muñecote saliendo del prado con su corazoncito correspondiente.
Arte en Carcassonne V
Y éste ya es para sobresaliente… en apariencia es una casa normal, pero en realidad sólo la ventana con balcón del centro y la que tiene justo encima son de verdad. El resto, ventanas, balcones y personas, todo pintado haciendo un trampantojo espectacular.
Arte en Carcassonne VI

La ermita de Santa Justa

Ganas tenía de acercarme a ver esta ermita. Las fotos que había visto me habían dejado pasmado por lo atípico del lugar. Un domingo que pasamos por Suances me fui en su búsqueda pero… me perdí. Qué raro, ¿no? Hacia la ermita dirigí mis pasos pero empecé a dar vueltas por acantilados, playas, carreteras estrechas, no recuerdo ni por donde ni hasta donde llegué, pero como iba entretenido sacando fotos pasó el tiempo y cuando quise darme cuenta ya estaba lejos del punto donde se suponía estaría la ermita.

El domingo pasado estuvimos de ruta por la zona y ya que nos sobraba algo de tiempo enfilamos de nuevo a ver si la encontrábamos. La verdad, es bien fácil llegar. Te acercas al pueblo de Ubiarco, sales en dirección a Suances y un poquito después aparece el desvío a la playa de Santa Justa. Si sales de Suances, te vas en dirección a Tagle y todo seguido hasta llegar a este mismo desvío, que tras unas cuántas curvas te deja aquí mismo. Parquecito con farolas solares (a más de una ya le han robado algún panel), monte con ruina y pegada al mar… la ermita.
Parque y ermita de Santa Justa
Al principio pensé que no se podría llegar salvo marea baja, y aún así con mucho cuidado porque fijaros en el campo de pedruscos que hay que atravesar. Un poquito más arriba hay un riachuelo que acaba en la playa, con las torrenciales lluvias de estos días atrás debe haber arrastrado toda cuanta mierda había en el cauce y lo ha depositado en la playa. Qué cantidad de restos de plásticos, maderas y otras porquerías variadas se veían.
Playa de Santa Justa I
Pensé que no se podría llegar, pero me equivoqué. En ese riachuelo hay un puente, cruzas, subes un rato por un camino de tierra con un prado lleno de vacas a mano derecha y luego bajas hasta la mismísima ermita.
Ermita de Santa Justa I
Aunque aquí el camino parezca estrecho, es lo suficientemente ancho para llegar sin ningún problema. Lo mejor, la extraña visión de una ermita embutida en la roca.
Ermita de Santa Justa III
Aprovecharon una esquinita y hala, así nos libramos de hacer dos paredes y la mitad del techo. Fíjate tú qué espabilados eran ya en el siglo XVI… caray, quinientos años lleva la ermita ahí plantada resistiendo al mar.
Ermita de Santa Justa II
El interior estaba en la más completa oscuridad, pero llevando la cámara no es algo que me preocupe lo mas mínimo. Seleccionas 18mm en el objetivo para abarcar lo más posible. Como la cámara no va a ser capaz de enfocar en la oscuridad, enfoco a cualquier punto situado a unos cinco metros de mi y selecciono enfoque manual en el objetivo para que la cámara no intente enfocar ella solita otra vez. Saco el flash, meto la cámara por la reja de la puerta y hala, toma fotos a tutiplén que luego ya veré con tranquilidad lo que había en el interior. Fijaros, totalmente como si estuviera encendida la luz. A la izquierda unos soportales de madera, un balconcillo y un altar allí al fondo.
Interior de la ermita I
El balconcito de la parte superior y parte del techo que parece también hecho de madera.
Interior de la ermita II
A la derecha la mesa del señor cura, el púlpito y unos cuántos bancos para los fieles, tapados supongo que para evitar que se manchen con la tierra que desprenden las paredes. El aspecto es como de una cueva. Entre la oscuridad y la cercanía al mar, no me quiero ni imaginar la sensación de humedad que hará en el interior.
Interior de la ermita III
Desde la puerta de la ermita se ve a lo lejos la playa y el parque de la primera foto. No estaba malo el día para hacer fotos, cielo oscuro amenazando tormenta, mar turquesa, olas blancas, arena marrón, hierba verde, otra cosa no sé, pero colores menuda jartá teníamos.
Playa de Santa Justa II

Nieve, nieve y más nieve

Desde que dije que andaba por aquí en camiseta, madre mía, no para de llover y hacer frío. Ha llegado la nieve y desde el paseo de Pereda se pueden ver las montañas de Soba completamiente cubiertas de blanco. De ayer mismo es la foto y para un ratito que asomó el sol quedó una tarde bastante potable en la que contemplar un paisaje precioso entre el blanco de las montañas con ese tonillo dorado por la luz del atardecer, el mar y los barquitos yéndose a pescar. Eso si, una rasca notable que los mocos se congelaban como carámbanos verdes nada más asomar al exterior.
Nieve en Soba

Por el centro de Reinosa

Hace meses que no paso por Reinosa, entre pitos y flautas, bodas, averías de coche y demás, desde la primavera casi no me acerco al el interior de Cantabria. Habrá que recuperar la tradición ahora que llega el fresquito porque tiene un casco viejo bastante entretenido para pasear un rato, con río cruzando la ciudad y algún que otro parque. No es que los parques me hagan especial ilusión, pero donde hay parque suele haber terrazas, donde hay terrazas hay cervezas y una cerveza al aire libre siempre apetece.
Calle peatonal de Reinosa
Este es el Teatro Principal en la Calle Mayor, pintadito en color «Cuarto de baño 1970» según las tablas de Pantone. Desde su rehabilitación en 1991 allí pasan películas cine a tres euros, a la vez es filmoteca, auditorio de teatro, sala de conciertos y no sé cuántas cosas más.
Teatro principal de Reinosa
Pero mira que soy falso, ¿a quien quiero engañar? Si en realidad yo voy a Reinosa por otro asunto

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