El fin de semana que pasamos en San Sebastián nos alojamos en la «Pensión Alameda«. El vocablo «Pensión» en el nombre puede llevar a pensar que va a ser algo cutre y roñoso, pero nada más lejos de la realidad. Como no podÃa ser de otra forma, decidimos irnos de fin de semana a ultimÃsima hora. Busqué alojamiento en internet y entre lo poco que quedaba libre me encontré con esta pensión, en pleno centro de lo más interesante de la ciudad. Ideal para llegar, aparcar el coche y no moverlo hasta que te vayas. En Booking los usuarios lo puntúan con un nueve sobre diez asà que deberÃa estar bien y realmente cumplió todas nuestras expectativas. Habitaciones amplias e impolutas con baño propio amplio y limpio, que ya podÃan aprender en más de un hotel. Cama grande y cómoda. Wifi gratis. Agua gratis en el minibar. El personal, superamable sin llegar a ser cargante. Y la ubicación inmejorable, al bajar giras la esquina para entrar directo al reino de la gula, el casco viejo. El monte Urgull a un pasito. El Kursaal y el Ayuntamiento al lado. La Concha a dos minutos a pie. Calles comerciales para la parienta justo enfrente. Lo dicho, aparcamos el coche al llegar, no lo movimos y disfrutamos un montón caminando por la ciudad. Como contrapartida no es barata, pero encontrar algo barato en pleno centro de San Sebastián creo que entra dentro de la ciencia-ficción.
El detalle más llamativo de la Pensión era sin duda el ascensor. Madre mÃa, el de Los Picapiedra seguramente era más moderno. Pedazo verja en la parte exterior. Un cartelito indica «150 kg – dos personas». Dos personas delgaditas, y con todo lo que tenemos pensado comer aquà no sé yo si mañana sobrepasaremos el lÃmite.
Abres la verja y puertas de madera con los mismos tiradores que la mesilla de noche de la abuelita que hay que empujar con ganas para entrar.
¡Ostras! ¡Hasta tiene un asiento en el interior! Si éste no es el primer ascensor fabricado en España, poco le debe faltar…