Sobre los duendes informáticos

Esto de los ordenadores a veces tiene sus cosillas, como por ejemplo que esta mañana entro en el blog desde un ordenador que no suelo usar y veo que está atascado en el día quince, no se ha publicado ninguna de las entradas posteriores. Me voy al ordenador que uso habitualmente y sí, en él aparecen las entradas hasta el día 19. Veo con el móvil y sólo hasta el día quince. Ay qué leches… toqueteo en un lado, toqueteo en otro y milagrosamente parece que espabila y por fin aparecen todas las entradas en todos los equipos. No sé si lo habréis notado, pero bueno, si a alguien le pareció raro, si pensábais ya había tirado la toalla o el esfuerzo del Faro del Caballo me había dejado K.O. que no se asuste, ni lo uno, ni lo otro ni lo de más allá, la culpa fue del mecanismo que hace funcionar el blog. Se debió ir a la fiesta «senxual» de este pub, supongo que una mezcla de «sexual» y «sensual» y se le acabaron cruzando los cables como nos habría pasado a cualquiera.
Fiesta en Pub Tempus

La odisea del Faro del Caballo (II)

Por fin, y tras el recorrido monte a través descrito en la primera parte, y desviarme a la derecha en un cruce no muy bien señalizado llegué por fin al inicio de una bajada hecha a base de escaleras.
Inicio de la bajada
El cartel ya lo avisaba, bajada peligrosa de 700 escalones. Setecientos. Muchos escalones. Pero muchos, muchos. En el cartel deberían recordar a la gente que aquellos que los bajen, luego los van a tener que subir de nuevo, que no es moco de pavo.
Cartel de la bajada
Primer tramo de la bajada. Un cable de acero enganchado a clavijas en la pared hace de pasamanos. Allí al fondo se ven dos personas paradas tomando aliento. Cuando me los crucé tenían cara como de muy cansados. Hay que ver cómo la naturaleza me mandaba claras señales sobre lo que me esperaba y cómo la curiosidad por ver el faro me hizo ignorarlas todas.
Unos que suben
Esta es la continuación del tramo anterior. Entre el uno y el otro así a ojo habría unos ciento cincuenta escalones. O sea que tocaría hacer casi cinco tramos como éste. Escrito no parece ni la décima parte de horroroso que vivido, os lo garantizo.
Primer tramo de bajada
Baja, baja, baja, sigue bajando, claro, bajar es la leche de fácil y casi ni te enteras, hasta llegar al último tramo que va hasta ese peñasco.
Llegada al faro
Y detrás del peñasco aparece el faro, el famoso faro del Caballo, noveno y último de mi lista. A pesar de estar donde está, visitantes había unos cuántos.
Primera vista del faro
Primer plano del faro, abandonado, casi en ruinas, sin cristales, sin linterna, sin puerta y con esa pintada en la entrada. De no ser por el entorno, aquí no vendría ni el Tato.
Faro del Caballo
Porque el entorno, ay madre, eso sí que era espectacular. Vista de los acantilados hacia el sur…
Acantilados al sur
…y vista hacia el norte. Montañas que caen a plomo hacia el mar, cuevas entre las rocas, agua de color azul turquesa… de no ser por lo friolero que soy y por mis poco recomendables experiencias bañísticas en entornos hostiles, casi daban ganas de darse un chapuzón.
Acantilados al norte
Continuará en la tercera y última parte, la del sufrimiento sin límites. Próximamente en sus pantallas.

Esto ya funciona

Además de la mala baba habitual, uno tiene memoria de modo que cuando vuelvo a pasar por algún lugar donde he visto algo interesante, repito la inspección a ver si han habido modificaciones. ¿Recordáis aquel maravilloso foco visto en Potes? Pues bien, he de notificar y doy fe que a día de hoy el asunto ha sido arreglado a plena satisfacción del cliente y el foco se halla presto y dispuesto, listo para encender con su bombilla colocada donde debería estar.
Foco en perfecto estado
Para que así conste y surta los efectos oportunos ante quien corresponda, aquí mismo dejo la imagen atestiguadora. Dios guarde a V.V.I.I. bastantes años más de los que alumbrará ese foco.

Milagro, milagro

Milagro, milagro, increíble, algo que ha bajado de precio. Fíjense ustedes. Puerta de entrada en la iglesia de la Vega del Pas. Dos cartelitos y una maquina de esas de echar moneditas.
Puerta de la iglesia
Viendo los carteles más de cerca, aparece una pegatina de «50 ctms» parcheando el espacio destinado al precio por iluminar la iglesia parroquial para disfrutar de una visita sin la semipenumbra habitual.
Cartel en la puerta
Y si nos fijamos en la maquinita de cobrar, ¿cuánto había que pagar antes por la iluminación? Cien pelas. ¿Cuanto hay que pagar ahora? El equivalente a 83,193 pesetas. Por eso lo de milagro, milagro, debe ser el único lugar del mundo donde no han aplicado la tasa de cambio 1 euro = 100 pesetas y que paguen los tontos de siempre.
Meta cien pesetas
Claro que a lo mejooooorrr… y digo sólo a lo mejooooorrr… aplicaron el cien pesetas igual a un euro y ante la bajada de recaudación han tenido que hacer la rebaja parcheadora, pero bueno, igualmente le damos el mérito de comprender que bajando el precio a veces se recauda más, algo que a muchos dirigentes y empresarios de este país sigue sin entrarles en la cabeza.

Llanes de cine

Vueeeeeeeeelta a Llanes, que si me está dando para tantas entradas es una clara señal de todo lo que tiene que ver, razón de más para que os penséis ir a visitarla una día. Por el pueblo tienen un recorrido llamado «Llanes de cine» que siguiéndolo se pueden ver veinticinco lugares que han servidor para el rodaje de diversas películas como «El Orfanato», «Mi nombre es sombra», «El portero», «Historia de un beso», «Remando al viento» y muchas más. Los lugares donde se han rodado escenas están señalados por sillones de director hechos de metal y pintados de negro.
Silla de Llanes de Cine
Y como no podía ser de otra forma, que por algo las modas mandan, más de uno ha aprovechado el silloncito para dejar huella de su amor con forma de candado. Si es que son como una peste. De ser mala persona me compraba una cizalla y empezaba a impartir justicia divina entre los candados, se salvan porque con lo torpe que soy seguro que me acabaría cortando un dedo o algo peor.
Candados en la silla
Otra cosa en la que Llanes destaca es en la cantidad de casonas y semipalacetes que hay por todos lados. Tal y como llegábamos nos encontramos ésta que me pareció especialmente espectacular, tanto por la finca en la que está, como por la forma de la casa o por la luz que la iluminaba perfectamente en ese momento.
Palacio de Partarríu
Aquí también se desarrollaron un par de rodajes, como atestigua el cartel colocado junto a la verja de la finca. La casa se llama «Palacio de Partarriu» y en ella filmaron «Mi nombre es sombra» y «El orfanato»
Cartel de Llanes de Cine
Si queréis visitarla o sacar fotos más cerquita… las ganas. Salvo que seáis una vaca, claro, que esas tienen bula…
Vacas pastando en el Palacio

El Balcón de la Cardosa

Si el corzo que puse anteayer es de los más fotografiados de Cantabria, éste lo será menos pero porque queda bastante más a desmano, no porque no lo merezca.
El balcón de la Cardosa
Concretamente está situado en el Balcón de la Cardosa, el mirador sobre el hayedo de Saja que viene siendo toda esa zona arbolada del fondo.
Estatua en el balcón
A pesar de haberme dicho que tenía que pasar por el hayedo un día que estuviera lleno de nieve, pasó el invierno, pasó la nieve y mis intenciones se la llevó el viento. Un par de veces que me acerqué a Reinosa pensé desviarme hasta allí pero viendo unos veinte centímetros de nieve sobre la carretera en las primeras estribaciones del puerto de Palombera por el que hay que pasar sí o sí, decidí dejar la cosa para otro día y hasta hoy.
Hayedo de Saja
Así que nada, a conformarme con las montañitas otra vez coloridas, sin pizca de blanco y esperaremos al siguiente invierno para ver si juntamos ganas y por allí nos dejamos caer en medio de un temporal. Pero antes vamos a disfrutar el veranillo como está mandado, que hay muchas, muchas ganas.
Vistas de la montaña

La odisea del Faro del Caballo (I)

Vamos a ir empezando con la aventura que supuso llegar y, sobre todo, volver del Faro del Caballo en el monte Buciero de Santoña. Explicado en plan sencillo, esta ruta consiste en subir un tramo por el monte hasta llegar a unas escaleras que descienden hasta el faro. Así escrito parece fácil, pero ya veréis cómo la cosa se complica un poco.

Por si acaso iba pertrechado con un par de mapas buscados por internet e impresos en un papelote. Este indica las cuatro rutas principales que hay en el monte. Durante la ruta, junto a las típicas señales del senderismo (una línea amarilla sobre otra blanca) hay unos puntos de color que indican la ruta por la que vas. En medio del bosque toda ayuda es bienvenida.
Rutas por el Buciero
Este otro mapa es un poquito más detallado y muestra la ruta que me interesaba de una forma algo más detallada, con indicación de las alturas. Importante este asunto porque a pesar de ir a ver un faro casi a ras de agua, en realidad la ruta no hace más que subir y subir hasta el último tramo.
Mapa del Buciero
Y la subidita no es moco de pavo precisamente. Este suelo de pedruscos, multiplicado por kilómetros, me dejó las plantas de los pies hechas una piltrafa a pesar de ir con mis super botas de 15,95 euros.
Subida empedrada
Como ruta está bien el final, cuando se llega al faro. El resto del camino, salvo un par de puntos, es entre bosque y ramajes que no te permiten ver nada. Pero nada de nada, en ese aspecto es más bonita la ruta del faro que hay al otro lado (el del Pescador) que vas por la ladera del monte viendo el mar y los acantilados.
Tramo boscoso
A veces en medio del ramaje aparecía algo como un camino sin señalizar. Por si acaso evité desviarme a los lados, no fuera a acabar perdido en medio del Buciero, que conmigo todo es posible.
Camino por el tramo boscoso
Un buen rato de subida para llegar por fin a un mirador desde el que se puede ver el mar y la Punta del Fraile, un trocito de acantilado algo separado del acantilado principal.
Punta del Fraile I
Aquí está. No sé porqué le llamarán así, a un fraile mucho no se le parece. ¿Habrá vivido algún fraile ermitaño en alguna de las cuevas que se veían por allí?
Punta del Fraile II
Como véis, de momento la ruta parecía una ruta normal y corriente. Nada especial, nada espectacular. Lo bueno empezaba a continuación, pero eso se quedará para la segunda parte…

Un corzo parado y un corzo corriendo

Camino del puerto de San Glorio está el que debe ser el corzo más fotografiado de toda Cantabria, el que da nombre a un mirador sobre el valle de Liébana. Fijaros cómo tiene el pobre animal el lomo totalmente pulido. ¿Adivináis la causa? De qué va a ser, todo el mundo que allí para quiere sacarse la foto a lomos del corzo.
Corzo en San Glorio
Pobrecico, a cuenta de eso hasta los cuernos le han arrancado y me fijé que tenía un pepinazo en pleno cuello, como si un cazador desaprensivo hubiera hecho con él sus prácticas de puntería, cuando hubiera sido bastante más interesante para la humanidad en general y para el género animal en particular que en vez de apuntar al pobre corzo se hubiera pegado un tiro en el pie, algo que si nos está leyendo le recomendamos encarecidamente que haga. Y no es que estemos aquí a favor de la violencia gratuita, pero un lerdo con escopeta es mejor que se mueva lo mínimo imprescindible por el bien del resto de los seres vivos.
Sin cuernos y con un roto
Hechas las fotos de rigor con el corzo, unos kilómetros mas allá vimos otros dos pero en vivo y en directo paseando tranquilamente por un prado al lado de la carretera. Frené, paré en el arcén y los animalicos en cuanto me vieron aparecer con la cámara salieron pitando, o bien son tímidos o uno de los dos se la estaba pegando a su respectiva pareja y huyó antes de que yo consiguiera pruebas del hecho. Ellos se fueron ladera abajo por detrás del prado, yo corre que te corre a ver si los veía a lo lejos pero mi gozo en un pozo, ni sombra. Al fondo de la ladera había un río y cuando me di cuenta, los dos corzos estaban ya en la otra orilla corriendo entre los árboles. Foto por supuesto pero qué le vamos a hacer, salió movida. Si, eso que se ve malamente ahí en el medio es un cuadrúpedo cornudo como el del mirador.
Corzo a la huida I
Ampliando un poco se distingue que no era una piedra, pero vamos, como foto no ganará un Pulitzer. Lo que sí hizo fue despertar el gusanillo, alguna vez tengo que tomarlo un poco más en serio y apañarme para retratar animales de estos porque pueden salir cosas bien bonitas.
Corzo a la huida II

El noveno y último

Ayer sábado aprovechando el precioso día de sol cogí a mi perro y me lo llevé de ruta por Santoña, concretamente por el monte Buciero, para alcanzar y fotografiar el noveno y último faro de Cantabria, el que me faltaba en la colección. Si llego a saber la odisea que supone llegar, y sobre todo volver, hubiera tardado aún más meses. Señores y señoras, con ustedes el Faro del Caballo.
Faro del Caballo
Si, ya sé, no luce mucho porque el pobre está abandonado, pero en cuanto junte ganas (de aquí a septiembre) haré un par de entradas con la ruta para llegar a él y eso sí que será para alucinar. Solo os anticipo que cuando por fin llegué de vuelta al coche no sentía las piernas, la espalda, los brazos ni el resto de partes de mi cuerpo. Mi perro como tiene tracción a las cuatro patas ni se enteró. Es más, a todo lo que sea turistear y ver mundo se apunta el primero.

Por hacer un resumen, vamos a mostrar una foto de los otros ocho. El Faro del Caballo está una punta del monte Buciero de Santoña. En otra punta más al norte está el faro del Pescador, visitado en ésta entrada.
Faro del Pescador III

En San Vicente de la Barquera está el faro Punta de la Silla, más pequeñito, sobrio y poco llamativo, pero mejor aprovechado al haber sido reconvertido en «Centro de acogida de visitantes».

En una punta de Suances está lo que yo llamaba faro de Suances pero cuyo nombre real parece ser «Faro de Punta del Torco de Afuera».

El del Cabo de Ajo, el faro de los que no saben leer, ese sí destaca por su forma, situación y colorido.

En Castro Urdiales tienen su faro-castillo amurallado y con ascensor, el Faro del castillo de Santa Ana.
Faro de Castro Urdiales

Los tres últimos hay que buscarlos en Santander. El más famoso, por supuesto es el de Cabo Mayor. También es el que más luce encima de esos impresionantes acantilados.

El más discreto y escondido es el Faro de La Cerda, situado en una esquinita de la península de la Magdalena.

Y para finalizar, el tercer faro santanderino y último de la serie es el de la Isla de Mouro, espectacular como siempre sobre todo los días de temporal.

Pues hala, ya los tengo todos, ya me puedo ir buscando otro entretenimiento u otra misión en esta vida porque ésta la hemos finiquitado.

Liquidamos alfombras

Recientemente un comercio situado en pleno Paseo de Pereda santanderino ha liquidado todo su stock de alfombras antes de cerrar. Dos cosillas me llamaban la atención, lo primero era el Seat 600 de color verde pistacho que alguna vez vi aparcado justo frente al establecimiento. Con un coche así imposible no llamar la atención. Ya puestos pueden aprovechar para lucirlo en la concentración de Seat 600 que habrá este fin de semana en la ciudad.
Seat 600 anunciante
El otro detallito estaba en los carteles del escaparate. Cierran «por falta de liquidez»… hombre, prácticamente todas las empresas andan algo apretadillas, pero irlo proclamando así por ahí…
Liquidamos alfombras

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