País de Caines – Vamos a Cantabria

País de Caines

Recordadlo, estamos en España, ese país donde si uno sobresale por encima de la media no tarda en aparecer una docena dándole estacazos para bajarlo al mismo nivel que el resto. ¿Crecer, mejorar, esforzarse, subir…? Que va, que va, estacazos al que destaca y a compartir mediocridad. ¿Porqué digo esto? Veréis. Un día subo a la Magdalena y en el recinto del minizoo donde están los pingüinos mi ojo percibe una novedad.
Estanque de los pinguinos
¡Leches! ¡Un faro! Hala, al zurrón fotográfico. Pero no sólo un faro, también una iglesia. Debe ser que algún pingüino es católico y quería un lugar donde rezar los domingos.
Construcciones en el estanque de los pinguinos
También unas casitas de arquitectura cántabra bajo el faro. ¿Habrá salido un pingüino constructor y estará haciendo sus pinitos en los ratos libres? ¿Creará una burbuja inmobiliaria pingüinística?
Faro y casitas en la Magdalena
Como no, ya tardaba en buscar la foto con el faro de Pingüinolandia en primer plano y el faro de Cabo Mayor al fondo.
Faro al frente y faro al fondo
¿Oh sielo-santo? ¡Si hay un tercer faro blanco y rojo sobre las rocas que dan hacia la playa del Camello! Otro más que queda retratado para la posteridad.
Faro en la roca
Los pingüinos permanecían inmutables ante el furor constructor sobrevenido en su jaula y alrededores. Aquí tenemos un trío de pájaros de frac. Interrogado el portavoz del grupo por su opinión sobre las nuevas construcciones se acogió a la quinta enmienda para no hacer declaraciones.
Pinguinos de la Magdalena
Como curiosidad ese mismo día en la piscina de al lado las focas estaban casi en secano debido a unas obras en su recinto.
Focas en secano
Allí estaban los obreros haciendo unas ñapas en la pared. Como es habitual en este país, más gente mirando que trabajando.
Reparando el estanque de las focas
¿A qué venía entonces la referencia a lo cainitas que somos? A que finalmente el asunto de los faros y las casas llegó al periódico. En el texto se decía que los trabajadores del recinto habían construido y colocado los accesorios para tratar de hacerlo más atractivo para turistas y visitantes. Hasta ahí perfecto, pero en los comentarios a la noticia se pudo ver el verdadero talante de tantos, repartiendo estopa a los autores del tema. Unos días después habían desaparecido todas las maquetas. Hale, ya está otra vez todo igual de soso que antes y a los curritos seguro que no les habrán quedado ningunas ganas de intentar mejorar nada del recinto de la Magdalena.

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