El mundo está muy raro. Un dÃa fresquito, al dÃa siguiente ola de calor gentileza del viento del Sáhara y el termómetro pidiendo socorro a 35ºC. Si el termómetro pasaba calor, imaginaros a mi, que pasando los 25ºC no respondo como ser humano. ¿Qué se puede hacer en este caso? Una de dos, ir a la playa o ya que recuerdo un sitio muy majo en Liérganes para bañarse, allá nos fuimos directos, perros incluidos, que disfrutaron del rÃo mas incluso que nosotros. Agua fresquita pero lejos del punto de congelación al que estaba siempre el agua en Barra, agua limpia, buena temperatura y un verdadero gustazo para combatir el calor.
En esto que la parienta se fija en algo que se mueve en el agua y… ¡Vaya! Si son una rana y un rano, también conocido como sapo en los ambientes.
A juzgar por lo que se ve, puedo afirmar y afirmo que se hallaban pecando contra el sexto mandamiento, con no-nocturnidad porque eran las seis y pico de la tarde pero con toda la alevosÃa del mundo. Fijaros bien en los ojitos mimosos de la rana (la de abajo) y en la cara de golfo del sapo, situado arriba. ¿Sabe el padre de ella dónde estáis, pedazo de sinvergüenza?
Lo mas sorprendente del tema es que la rana llevaba colgando algo asà como tres cintas, que supongo serÃa una retahila de futuros renacuajos, algo bastante mas probable a que fueran tres pelos de la barba o la cola trÃfida (si algo de dos partes es bÃfido supongo que si es en tres partes será trÃfido) del señor sapo.
Es lo que tiene dormir como un campeón cada vez que me pongo un documental de bichos en «La 2», que luego veo un par de animalicos y me embalo a la faena a ver si me sale tan bien como los del «National Jetographic». Y no debe ir tan mal, no, que ninguna rana se ha quejado hasta el momento ni ha ido a «La Noria» para ponerme verde en el turno de aludidos.
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