Llegados a lo más alto de San Vicente de la Barquera encontramos la iglesia del pueblo. Precio de la entrada, un euro y medio. Un cartel sobre la puerta indica la existencia de un montón de tumbas en el suelo. Pregunto si se pueden sacar fotos y me responden afirmativamente. Aunque me jorobe un poco darle pasta a la iglesia, que ya nos la sacan de los impuestos y se la dan por la cara mientras que a mi «Congregación de los santos apolillados de los últimos diecisiete dÃas y quinientas noches» no nos dan un duro, pagué religiosamente (nunca mejor dicho) y pasé al interior a echar una ojeada porque la cosa promete. Quien lo dirÃa. Con lo escasamente interesante que es por fuera, una vez dentro me hinché a sacar fotos. Para ir abriendo boca echad una ojeada a la aglomeración de arcos en el techo.
¿Véis el suelo? ¿Véis esas tablas cuadradas? Pues no son tablas, son tumbas. Todo el suelo está lleno de tumbas. Pero todo, todo, de una esquina a la otra. No sé si es que en una época anterior nadie llegaba a viejo en el pueblo o fueron prevenidos y dejaron un montón de sitio libre en previsión de pasamientos futuros, el caso es que si te da repelús caminar sobre tumbas, mejor visita otra iglesia, pero avisado quedas que otra no sé si tendrá tantas cosas que ver como tenÃa ésta.
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