Ya que hablamos el lunes pasado de una rotonda, retomamos hoy el mismo tema con otra pero de la ciudad de Santander y más concretamente al final de la calle San Fernando frente a un edificio que de haberlo hecho un poquito más alto podrÃa ser perfectamente el Flatiron santanderino. Sobre la rotonda hay un globo terráqueo con una banda que lo cruza de lado a lado. Cuando lo vi lo tuve claro: esto va a ser dedicado al anillo de los nibelungos que quieren dominar el mundo. Ligero batiburrillo de conceptos aunque bien sabido es que actualmente se prima la creatividad sobre la exactitud en los datos, y si no que se lo digan a los auditores de Pescanova o al mandamás de Gowex.
Acercándonos se puede observar cómo la realidad opta por llevarme la contraria. Ni anillo, ni nibelungos, ni canciño que nos ladre. Lo dejaremos en la rotonda del zodÃaco y para de contar.
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