La última vez que pasé por el embalse del Ebro se hizo de noche antes de lo que yo hubiera querido. Me faltaba una cosa por visitar pero a esta distancia no merecÃa la pena ir hasta allá. Ni podrÃa sacar fotos ni seguramente encontrar aquello que iba buscando.
Repasando fotos estos dÃas atrás me acordé del tema asà que el fin de semana aprovechamos el domingo sin lluvia para darnos otra vuelta por la zona a pesar de una ciática peleona que me estaba dando la lata. Para un dÃa que me ducho voy y me lesiono, me dio un pinchazo en la parte baja de la espalda mientras me secaba y a partir de entonces tocó sufrir un poquito con cada movimiento. Los años, que no perdonan. Pero qué caray, yo en casa no me quedo.
Esto era lo que querÃa ver. ¿Leéis lo que pone? Iglesia hundida en el embalse. Palabras mágicas para mi.
Con la construcción del embalse del Ebro, en 1946 quedó sumergida la iglesia de Villanueva de las Rozas. Actualmente sólo emerge la torre a la que se puede acceder por una pasarela de madera y subir al campanario que hace de mirador. Esto habÃa que verlo sà o sÃ.
Pasamos Las Rozas, ojo avizor a ver si divisaba la iglesia. Nada de nada. Me paro a la derecha, saco mapa, saco móvil para consultar el Google Maps, veo a mi izquierda… y un palitroque con una flecha indica el desvÃo en dirección a la torre-mirador. Para otra vez primero levanto la vista y luego ya consultaré mapas o lo que sea. Se acaba antes. Tomamos el desvÃo, aparcamos, empezamos a caminar y pronto vemos asomar el campanario.
Primer obstáculo. El nivel del embalse es tan alto que el agua invade el camino a la iglesia. Da igual, subimos un poco campo a través hasta la vÃa del tren, anduvimos un tramo a su lado y volvimos a bajar al camino original. Poco imaginaba yo lo que me esperaba…
¡Leches! El nivel del embalse es alto, pero alto incluso para la pasarela. Asoma la torre entre las aguas pero inaccesible por lo menos para los que no vamos en bañador.
Muy bonita. Muy apetecible. Dicen que quien quiera truchas tiene que mojarse los pies. Yo querÃa ver la torre, pero casi voy a pasar de mojármelos. Ya me basta con la ciática como para pillar un resfriado o pegar un patinazo en las maderas húmedas y acabar de rematarla. Para la siguiente visita en verano, cuando haya menos agua embalsada.
Cachis la mar… está claro que no tenÃa la suerte de cara, ¿quien se podÃa esperar ésto…?