Santoña es la capital de la anchoa. En las aguas de su puerto no vi ninguna, pero conforme me iba acercando, justo donde se agrupaban un montón de tuberÃas de desagüe de las fábricas de conserva pude apreciar un extraño movimiento en la superficie del agua.
¿Qué era? Montones, montones y montones de peces de esos que se pueden ver en los puertos, no sé si porque de esas tuberÃas salÃa agua calentita y estaban disfrutando del jacuzzi o porque salÃan restos comestibles y se entretenÃan papeando como locos.
Estos evidentemente no sirven para hacer anchoas, si valieran era cuestión de tirarse al agua en plan «Mira quien salta» con la boca abierta y los pescabas a mordiscos. Claro que si te tiras con la boca abierta justo en la salida de los desagües de todas las fábricas, en cinco segundos seguramente habrÃas palmado intoxicado y pasarÃas a integrar el menú de los pescaditos. Fijaros qué apetecible resulta darse un baño justo aquÃ…
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