Mientras que en algunos bares siguen poniéndote las cervezas como dios le dio a entender, es decir, de cualquier manera y acompañada de una tapa de aire y un palillo, sorprendido gratamente me vi cuando en plena plaza de CañadÃo asenté mis reales posaderas en la terraza del «Ventilador», acerqueme a la barra para solicitar la concurrencia de una cerveza a la que realizar los pertinentes honores y cuál no serÃa mi sorpresa al ver el cuidado y la profesionalidad en el servicio, algo cada vez menos común, dado que me ponen una Estrella Galicia (recuerdo de la tierriña), una servilleta tapando el cuello para que no se resfrÃe, ni se vierta, ni se manche, y una bandejita con sus cacahuetes correspondientes para entretenerme mientras la parienta no acaba su ronda por las tiendas santanderinas. Pues si señor, un diez para los señores camareros y que cunda el ejemplo.