Aprovechando la visita de unos amigos aprovechamos para hacerle los honores a un restaurante de Santander y para ello escogimos la Bodega del Riojano, que nos recomendaron por ser bueno, bonito y precio ajustado a la calidad del condumio. Se encuentra en una calle llamada Rio de la Pila, como el mosaico situado a la entrada bien indica.
El aspecto exterior del local es sobrio, sencillo, nada descubre lo que vamos a encontrar en el interior.
Entramos y primero hay una zona de espera donde la gente aguarda su turno mientras se toma un vino. No es excesivamente grande pero se estaba bien. La sorpresa llegó al pasar al comedor. Amplio, y con una decoración hecha a base de toneles con un lado pintado cada uno por un artista más o menos famoso.
Ya sabéis que en esto del arte hay para todos los gustos, desde el paisaje elaborado a lo abstracto, surrealista o sabe dios qué, como ese de color naranja en primer plano.
De la cena mejor ni os cuento. Muy buena atención, nos pusimos morados y el precio fue correcto. Un sitio para disfrutar y recomendar. No me dan comisión, pero si quieren dármela que me avisen que acepto sobornos gastronómicos encantado. Lo sé, suena muy poco digno, pero no sé qué pasa que entre la dignidad y el estómago acaba triunfando siempre el último.