TenÃa claro que de este año no podÃa pasar y de este año no pasó, el jueves pasado aprovechando una predicción meteorológica tendente hacia el solete y buena temperatura allà me fui armado del arsenal fotográfico y con ganas de ver bichos. La grandÃsima ventaja de ir entre semana y en temporada baja es que tenÃa el parque entero a mi disposición, sin colas, sin prisas y sin un montón de personal dando la tabarra. Este es el aspecto que presentaba el aparcamiento de los osos, que en otras épocas se puede llenar.
Iba a ver animales y los vi, en abundancia y requeteabundancia. Tantos habÃa que salà saturado y eso que no llegue a verlos todos por lo enorme del parque. De cháchara con uno de los cuidadores me dijeron que son setecientas hectáreas, casi nada, el equivalente a setecientos campos de fútbol.
El único pero que les pondrÃa es que creo que tienen los animales mal distribuidos. Por ejemplo, ponen los elefantes con una especie de antÃlopes (o similares) y a los leones solos, cuando creo que el asunto ganarÃa en interés si mezcláramos leones con antÃlopes, tigres con gacelas, panteras con ciervos, etc. Vamos, más emoción, más carreras… si ya sé lo que estáis pensando, pero con conseguir un suministro sostenido de antÃlopes, gacelas y ciervos, asunto arreglado.
Por ilustrar un poco van unas fotos del bicherÃo variado que allà se puede contemplar. En un reptilario, abundantes ejemplares de serpiente entre las que destaca esta «Misuegra viperina».
Un Suricata de la famosa marca «Hakuna Matata». El bicho valÃa para vigÃa del Titanic, se pasaba el dÃa subido a lo alto girando la cabeza de noventa en noventa grados supongo que a la busca del cuidador con su plato de comida porque mucho depredador al acecho no creo que haya en los alrededores.
Y la estrella del parque, el rinocerontito nacido a mediados de septiembre.
La mar de simpático. SaltarÃn, juguetón, daban ganas de saltar la valla para jugar con él. El único problemilla son las dos toneladas de la madre que siempre le acompaña…
Los cuidadores estaban emocionados con la crÃa. Es un animal bastante difÃcil de reproducir en cautividad y no sólo se ha reproducido una vez, es la segunda en dieciséis años.
Por cierto, allà estaba yo con mi camarita de juguete, con mi objetivo pequeñito, con un monopie infantil cuando aparece un fotógrafo con una Nikon profesional y un objetivo creo que de 400 mm más largo que un lanzagranadas. Impotente me sentÃ, oiga. A ver si me toca la primitiva pronto y puedo comprarme un equipo decente porque episodios como éste le bajan muchos puntos a la credibilidad del blog.
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