Yo sigo a lo mÃo, que es recorrer sin rumbo calles, caminos y carreteras, viendo montes, playas, rÃos y praderas, retratando todo lo que se deje y asombrándome cantidad cuando llego a una playa como la de Isla y veo una pedazo plataforma montada encima de una roca. Madre mÃa, qué cosas más curiosas se hacen a veces. Obsérvese lo amenazador del cielo, porque un ratito después empezó a caer el diluvio del fin del mundo.
No nos pilló un aguacero monumental de puritito milagro, seguramente porque venÃa la parienta que tiene una suerte que no es normal. De haber ido yo solito la mojadura estaba garantizada. Pero bueno, volviendo al tema fijaros en la superplataforma con su correspondiente subida. Esto ya es algo profesional, muy profesional.
¿Y qué hay sobre la plataforma? Poquita cosa, unos sillones de maderita para que la gente pueda sentarse a tomar el sol, o la sombra si el dÃa está nublado. Muy bonitos, mucho diseño, pero salió el pan por unas hostias, mejor no preguntarse cuánto habrá costado poner encima de esa piedra los ocho o nueve silloncitos.
No os perdáis tampoco la urbanización de detrás, que tendrá una entrada propia (espero que dentro de no mucho tiempo). Casi no se nota que al arquitecto le encantaban los volcanes.
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