Desde el mirador de Elechas

Las mil veces que paso hacia Pedreña a dar una vuelta por la playa me había quedado con algo que había en lo alto de una colina. Para no tener que dar muchas explicaciones, me refiero a ésto.
Mirador de Elechas
Visto más de cerca allá arriba parecía haber algo construido. Si hay construcciones habrá carretera y si hay altura, habrá vistas, algo que me confirmaba un cartelito indicando que por allí se iba al «mirador de Elechas».
Cima del mirador
Unas cuántas vueltas más tarde, porque el acceso se las trae (está fatalmente indicado y a pesar de haber carretera, el último tramo está cerrado con una cadena y hay que hacerlo andando) conseguimos llegar arriba. Efectivamente, muy buenas vistas con Santander al fondo.
Vistas desde el mirador
Ganas había de probar esos binoculares para ver la ciudad más cerquita, pero con las ganas me quedé porque algún cafre había pasado antes y les había roto los cristales después de pintarlos de negro (o quemarlos, que no lo distinguía muy bien). Qué bonito es a veces este país, qué educación, que civismo, que ganas de comprarme una escopeta y ejercer como pupilo de Clint Eastwood…
Binocular destrozado
Antes de irnos tuvimos una visita. No sé si el mirador de Elechas se llama mirador porque las vistas o porque al llegar allí acuden un montón de cabras a mirar qué haces. Y no sólo éstas, había casi otras tantas a la izquierda de la foto. Ahí se quedaron pasmaditas, como esperando a ver si les contaba algún cuento o les hacía unos juegos malabares. No me extraña. Viviendo allá en lo alto y entretenidas sólo en comer hierba, la vida debe ser de un aburrido que no veas..
Cabras curiosas

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