El primer rayo

Una de las cosas que sí echo de menos de mi ubicación anterior es que traspasada la mitad de agosto, cuando se empieza a percibir que el verano se nos va, se montaban unas impresionantes tormentas de rayos y truenos en las montañas portuguesas que veía desde mi casa. O ahí, o por la zona entre El Rosal y Bayona. Me ponía en la ventana y veía docenas y docenas de rayos cruzar el horizonte de un lado al otro, imágenes espectaculares de uno tras otro convirtiendo la noche en pleno día.

Aquí, ná de ná. El primero que vi fue precisamente estando en Santander ciudad. Varias tiendas del centro habían organizado en mayo una «Open Night» desde las ocho de la tarde a las doce de la noche. A eso de las ocho menos un poquito empezó a llover con ganas, algún rayo (el primero para mi), algún trueno y pasadas las doce fue calmando la cosa. Decirme si no es para pensar mal. Con la crisis que hay, qué poca consideración tiene el tiempo meteorológico algunas veces.

Es más, si caerán pocos que hace unos días me pasé por San Vicente de la Barquera y la iglesia tiene un contador de rayos, como los faros.

¿Cuántos marcaba? Cero, pero cero patatero. Ni uno para muestra. También puede ser que esté estropeado, pero oye, se le ve tan nuevecito que no sé yo.

Deja una respuesta


Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.Más información sobre las cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies