En estas épocas, dÃa de sol y buen tiempo es dÃa que rápidamente apetece irse a sacar alguna foto a una de las múltiples playas de la zona, respirar brisa marina y asolearse un rato que es buenÃsimo para la salud. Eso habitualmente, porque el dÃa que pasé por la playa de la Virgen del Mar soplaba viento del este que traÃa consigo el aroma de la depuradora de El Mazo, un olorcillo asqueroso que debe ser de todo menos sano. Pero qué le vamos a hacer, la volubilidad del aire es lo que tiene, nunca sopla a gusto de todos.
La Virgen del Mar es una playa peculiar. En medio de una costa rocosa y acantilada aparece una llanura de arena. Esa es la playa. Lo de la derecha es una pequeña isla y entre ambas hay un canal por el que circula el agua.
Un puente de hormigón facilita la tarea de cruzar el canal. Bajo él se ven los restos del puente antiguo, en desuso desde 2002 que se contruyó la nueva pasarela.
Justo enfrente se alza la ermita dedicada a la Virgen que da nombre a la playa y a la vez es patrona de Santander.
Como ermita es bastante sencilla, nada ostentosa. Dentro está la imagen de la Virgen que según cuenta la historia fue robada en 1590 por unos piratas holandeses. Cerca de Castro Urdiales empezó una tempestad tremenda asà que los holandeses la echaron por la borda pensando que el origen de la tormenta era el robo de la estatua. En vez de hundirse, dos antorchas fueron señalizando su posición hasta que un barco la recogió. RÃase usted de los argumentos de las pelis de Spielberg…
Y a pie de playa otra construcción de las que más me llenan el ojo. Chiringuito rulez.
Un olor a rabas recién fritas invadÃa el ambiente a su lado, unos enormes sillones con voluminosos cojines me tentaban grandemente. Resiste, Juan Carlos, resiste, no caigas en la tentación de acomodarte, pedir una caña y unos pinchitos porque como te sientes no sacas más fotos en todo el dÃa…
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