No es de este verano pasado, sino del anterior. Uniendo el contenedor que sirve de caseta a los socorristas de la Cruz Roja a un grafitero con buen gusto e intenciones de hacer algo más allá de las tÃpicas firmas horteras y coloridas, al final sale una cosa bastante maja.
Si yo mandara algo por aquÃ, a todos los que estuvieran dispuestos a realizar obras por el estilo les financiaba las pinturas y los bocatas porque hace mucho más bonito ver algo asà o un mural en medio de la ciudad que no un contenedor blancucho en la playa o una pared medianera chuchurrÃa. Lástima que como no mando ni en mi casa, al final su gozo en un pozo y ni graffiti, ni mural, ni canciño que nos ladre.