La pobre caja de madera situada en los Jardines de Pereda cada vez se va viendo más ajada y cascadita. Dado que el entretenimiento de no pocos niños (y no tan niños) es subirse encima y patalear, la superficie empieza a mostrar claramente las huellas de esa actividad.
Por un lado, por el otro, adiós a ese acabado brillante del barniz y va apareciendo el tono grisáceo sucio de la madera a la intemperie.
Además cuando llueve el efecto se magnifica y se ve aún más fea. A este paso no sé yo si sobrevivirá al invierno.
Cosa curiosa que la deben haber bautizado y yo sin enterarme. Se llama Amparo, por si no lo sabÃais…