Desde luego hay que ver lo mal que suena el tÃtulo que le he puesto a la entrada de hoy, pero mira, es lo que mejor expresa aquello que vi en la iglesia de Miera, camino del Puerto de Lunada. Esta es la iglesia.
Y esta es la inscripción que hay sobre la puerta de entrada.
A quien no le pasó de pequeño eso de ir escribiendo un renglón, de pronto ves que se te acaba la lÃnea y no cabe lo que estabas escribiendo, empiezas a encoger las letras, pegarlas, hacer las mil y una con tal de acabar antes del final de la página… pues eso mismo me parece que pasó aquÃ. Empezó el «escribidor» con letras anchas y un amplio espacio entre ellas, después de la palabra «Dios» vio el percal y vamos a ir estrechando, vamos a ir haciendo letras más finitas, quitando hueco entre ellas o se me acaba la iglesia antes que la frase…
Por cierto, menudo cementerio más descuidado tenÃan en la parte de atrás. O no se muere nadie hace tiempo, o no hay peculio para adecentarlo porque aquello daba pena.
Tumbas rotas, una acá, otra allá al fondo, sin flores, sin nada, muy triste. Nada que ver con el cementerio de Ciriego santanderino que un año de estos acabaré mostrando de una vez.
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