Ultima entrada que le dedico a la Colegiata de Castañeda, en ella os mostraré los detallitos que quedaron pendientes después de los otras tres entradas y que prácticamente todos son referidos al mismo tema: los sarcófagos. AlegrÃa, alegrÃa… qué le vamos a hacer, si dentro de la iglesia hay unos cuántos. Este es el de un durmiente con su perro guardÃan a los pies, está en una esquina frente a una pila bautismal que como la llenen en vez de bautizo casi pueden echar al niño para que haga unos largos.
Otro sarcófago, modelo más cutre porque sólo es un cuadrado de piedra con un escudo en su parte superior aunque el entorno está mas logrado al haberlo puesto bajo un arco y estar la pared llena de pinturas.
La pena es que las pinturas se las está zampando el verdÃn. Las cosas de la humedad, qué le vamos a hacer. Si quieren que la Colegiata se haga conocida a nivel mundial siempre pueden llamar a la restauradora del Ecce Homo de Borja para que las renueve y el éxito está asegurado.
No son pocos los sarcófagos que se pueden ver allÃ, otro más con una espada y un escudo en el lateral y una inscripción en la parte superior. Con gusto os traducirÃa lo que pone pero es que por mucho que lo intento no entiendo nada de nada.
Bajo una ventana y disimulado tras unos bancos encontramos el siguiente. Tiene la superficie llena de motivos geométricos, pero ni dibujitos, ni letras, ni nada de nada.
El último que os voy a mostrar es este que véis, toda la superficie cubierta por unas letras que algo querrán decir, pero me pasa como con el anterior: no soy capaz de descifrar ni la primera palabra.
Se nota que el suelo lo pusieron con posterioridad porque los tablones no «casan» muy bien y ahà no hay quien meta una sierra para igualarlos.
Asà que si sois aficionados a los sarcófagos esta colegiata es una visita obligada. Y si no, también, porque lo que allà se muestra merece la pena como se puede comprobar en las cuatro entradas que le dediqué.
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