Vamos con otro edificio bilbaino que me encanta: la estación de la Feve (Ferrocarriles de Via Estrecha), que ya no es Feve porque se ha integrado en Renfe, que a su vez no sé si es Renfe o ahora es Adif. Puñetera manÃa tienen los señores polÃticos en cambiar las cosas de nombre para seguir siendo y haciendo lo mismo. Si tuvieran que pagar de su bolsillo los gastos del cambio de nombre verÃas cómo milagrosamente no volvÃa a haber un «renombramiento oficial».
La estación está situada justo a la orilla del rÃo Nervión que cruza la ciudad, a unos metros del puente que nos conduce al ayuntamiento.
Estilo antiguo pero elegante, con ese llamativo arco sobre la puerta y esos colorines verdes y amarillos como si se lo hubieran dedicado a la selección de fútbol brasileña.
Ganas no me faltan de coger un dÃa el tren e irme hasta Bilbao disfrutando de todo el recorrido, pero entre que tarda casi tres horas y que te sablean unos dieciséis euros por la ida y vuelta (treinta y dos si se me apunta la parienta), pues nada, mejor pillo el tren en Astillero, me acerco a Santander que son diez minutos y ya se me quita el antojo.
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