Caminando tranquilamente por Santander vimos en medio de un carril bici una completÃsima colección de cagadas (con perdón) que por tamaño, dimensiones y volumen más parecÃan hechas por un Gran Danés o un San Bernardo que por un ciclista con un repentino apretón de tripas. Un dÃa después tuvimos la respuesta: ni canino, ni humano, sino equino. Durante los meses de verano, esta ciudad cuenta con cuatro policÃas a caballo que patrullan por la ciudad para prevenir delitos, algo que desconocÃa totalmente y sorprendió un montón cuando me encontré con dos de ellos de frente.
Desconozco si patrullar a caballo tiene alguna ventaja especial frente a patrullar en moto u otros medios, pero ya puestos hubiera vestido a los jinetes con un uniforme más a lo sèptimo de caballerÃa, que verlos perseguir sable en ristre a un caco mientras suena en la corneta el toque de carga y la gente aplaude a rabiar tiene que ser un espectáculo digno de conservar en la memoria muchos años.
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