Mis perros poco piden. Su plato de comida, sus dos paseos diarios, alguna galleta y no veas lo que lo agradecen. Dos paseos diarios, si fuera siempre por los mismos sitios me aburrirÃa como una ostra asà que camino nuevo que veo, camino por el que me meto. Incluso me he metido por alguno que acaba en la casa de algún paisano que me mira con cara de sorpresa mientras doy la vuelta porque no hay por donde seguir. En esos casos tan tranquilo pregunto si no hay más carretera, si se puede ir por otro lado, algo que al dueño de la casa le haga ver que no hay una invasión de pirados con perro sueltos por la zona.
En una de esas me acerqué a un cementerio por detrás del que pasan un montón de tubos, creo que un gasoducto que continúa hasta el medio de la bahÃa sobre unos pilotes.
Asà a lo lejos ya me quedé asombrado… coño, ¿y ese cuadrado en los tubos?
Pues el cuadrado… es la entrada para que pase la gente, los coches e incluso por dimensiones cabrÃa algún camión. Menuda vueltecita le dieron a las tuberÃas, me pregunto si no hubieran acabado antes pasándolas por debajo del asfalto.
Como no, a la derecha continuaban los tubos y alguien habÃa dejado un somier, ese elemento básico rural que debe haber en todo campo para ser considerado un campo de primera categorÃa.
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