Me lo traduzcan

Cada vez que veo un letrero, monumento con inscripción, placa o similares, allá me voy a ver qué pone, nunca se sabe donde vas a aprender algo nuevo o a enterarte de la curiosidad del siglo. Claro que a veces mi gozo en un pozo, me encuentro la inscripción en latín y ya os participo que a ese lenguaje no le tengo el mas mínimo cariño, amor ni interés por aprenderlo. Todo viene de 2º de BUP, donde era asignatura obligatoria y la profesora que impartía las clases consideraba el latín como una de los pilares básicos y fundamentales de la civilización occidental, de modo que todo aquel incapaz de mantener fluidamente una conversación con un romano clásico sobre la mejor alineación de las ruedas de una cuádriga no era digno de ser aprobado y si escarniado o vilipendiado en la pizarra hasta la extenuación. Como por aquellos entonces yo ya era vago por naturaleza y pasota por vocación, no le hice caso hasta que aprobé por la vía fácil, esperar a que me cambiaran de profesor. En cuanto me tocó otro distinto, a la primera me quité el muerto de encima.
Monolito con inscripción
Lo mío con los estudios siempre fue una cosa curiosa. Si un profesor se me atragantaba, pasaba mucho de la asignatura. Así se daban curiosidades como tener las matemáticas de un año suspensas y las del año siguiente (con otro profesor) aprobadas con un notable (digamos en mi descargo que sobre el primer profesor corrían extraños rumores relacionados con un golpe en la cabeza y sus posibles efectos secundarios sobre el comportamiento del susodicho, y que pusiera a caer de un burro públicamente al que osara equivocarse con un ejercicio en la pizarra no hacía si no acrecentar la leyenda negra). Qué le vamos a hacer, uno ya vino rarito de fábrica y prefería abstenerse en vez de colaborar en esos nuevos métodos pedagógicos dignos de los boinas verdes matemáticos.

Así, por tanto, letrero que vea en latín aplicaremos aquel refrán que dice «inscripción que no has de leer, déjala correr». Además, seguro que es algo serio y formal sobre algo muy sesudo, cuando a mi lo que realmente me van son mensajes más barriobajeros, como éste. Sabe dios qué le habrán hecho a la autora de la pintada, pero conviene tenerla como amiga o por lo menos lejos de la fachada de tu casa.
Cerda Tu

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