Mira que son bonitas las jodÃas. Y fotogénicas. A la gente no les gustarán o les darán repeluses pero yo soy de esos a los que les gustan todo bicho viviente y si me acercan una que no sea venenosa, seguro que le echo mano para jugar un rato, a ver cómo es de tacto, cómo funciona y si es muy complicado hacerlas rabiar.
Retraté a las dos en el reptilario de Cabárceno. Por suerte hay un cristal entre el espectador y el animalico, porque la primera no sé pero de esta segunda casi mejor no ponerse al alcance de sus colmillos.
Aún recuerdo cómo en el jardÃn de nuestra casa en Galicia no todo eran aparecer perdices mañaneras. Un dÃa la parienta se sorprendió por lo que ladraban los perros, fue a ver y se encontró con una serpientilla de metro y medio de largo tomando el sol ricamente en el césped. No sé qué tendrá el personal contra los ofidios que tanto miedo les dan, sobre todo a juzgar por el tono de pánico que tenÃa su voz cuando me llamó. En cambio si le regalase un cinturón o unas botas de piel de serpiente verÃas cómo no le hacÃa tantos ascos ni abrÃa el paquete con tanto horror. Conste que yo sabÃa que en las juntas del muro de contención de nuestra finca habÃa nidos de estos bichines y criaban allÃ, pero claro, a mi me gustan y a ella no. Cosa rara porque habiendo tratado tantos años con su madre ya deberÃa estar más que acostumbrada a las vÃboras.