Normalmente, allá donde veo alguna lambonada desconocida para mi paladar no dejo pasar la oportunidad y me compro una caja para por lo menos opinar con fundamento. La última vez que pasé por Cabezón de la Sal vi en una panaderÃa anunciar que allà hacÃan los «Palucos de Cabezón«.
Por si no lo véis claro, ampliamos el asunto.
Al ir acompañado de un par de de seres de raza canina a los que además el pan les gusta un montón, opté por no entrar a la panaderÃa para comprar una caja no fuera a ser que viéndose en el paraÃso terrenal del pan, alguno de los elementos de cuatro patas optara u optase por echar la boca a una barra u hogaza y luego todos son vergüenzas, disculpas y explicaciones por mi parte. Dejé pasar la ocasión para la siguiente visita pero desde entonces no hizo más que llover, y llover, y llover más, no he pasado por Cabezón otra vez y sigo sin catarlos. Pero tranquilos, que de esta primavera no pasa…
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