Domingo. Vamos a Santander para cumplir el rito del martini dominical, que al final se convierten en dos o tres martinis y una moña. En el fondo es como una cadena: nos ponemos de cháchara, charlar da sed, la sed lleva a beber y beber martinis lleva directo a la moña. Pero antes de sentarnos en una terraza vemos un montón de gente con sombrero al lado de la estatua de los Raqueros. Allá vamos a enterarnos qué pasa. Resulta que es el «III Paseo con sombrero», algo que llevan haciendo tres años y por eso es el tercero. Coño, qué tonterÃas digo, ni que hubiera abusado de los martinis…
Una vez allà reunidos, los asombrerados se dirigieron paseando felizmente bajo los rayos solares por el muelle de Calderón santanderino, en dirección al Palacete del Embarcadero. Se veÃa gente joven, mayor, hombres, mujeres, familias…
Sombreros blancos, sombreros de colores, sombreros negros…
Una vez en el Palacete foto conmemorativa del acontecimiento, con el metafotógrafo (el que saca la foto a quien saca la foto) detrás y se despidieron hasta el año que viene. Tengo que apuntarlo en la agenda para participar la próxima vez y ya me he buscado un modelito que va a ser la bomba, no va a haber quien preste la menor atención a ningún otro.
Y no lo olvidéis… pasa un evento y llega el siguiente, a partir del viernes, la Semana Grande santanderina. Casetas, vinos, pinchos, vinos, raciones, vinos, alegrÃa, vinos… dios nos coja confesados y con el hÃgado blindado.
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