Portería multifunción

Pensar, en este país pensamos poco (salvo para joder al vecino), pero cuando pensamos nos sale cada cosa que ya puede aprender el resto del universo conocido y parte del que falta por conocer. Cerca de Cabezón de la Sal me paré a intentar retratar un avechucho parado en un árbol. Como suele ser costumbre, fue ver mi acercamiento y escapar el pollo con viento fresco. Probablemente sea una de las desventajas de hablar tanto de comida en el blog, que si el pájaro es uno de mis lectores, viendo mi presencia normalmente optará por la huida antes que arriesgarse a finiquitar sus días en el puchero para satisfacer mi gula.

Huido el pavipollo eché una ojeada alrededor por ver si había algo digno de ser retratado y la contemplación de un recinto deportivo me dejó absolutamente epatado cual si un rayo lumínico o luminosamente luminiscente me cegara y perturbara mis escasas habilidades pensantes… dios mío… que obra de arte de la ingeniería moderna, qué demostración de fusión entre lo mejor de cada deporte, una portería multifunción, una portanasta o una canastería, que ya no sé cómo bautizar el invento…
Portería multifunción I
¿Para qué gastar en dos trastos si uno sólo puede hacer la misma función? ¿Porqué no aplicar el sistema KISS («Keep It Simple, Stupid» traducido como «Simplifica, perillán») al deporte?
Portería multifunción II
Lo dicho, una joya. Se me olvidó comprobar si estaba bien atornillada al suelo, porque como no lo esté, la obra de arte va a durar entera lo que tarde en colgarse del aro el primer aspirante a Michael-Jordan-de-la-pradera.

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