Visto el puente de Portugalete por fuera, era obligado subir hasta lo más alto a pesar de estar en obras, lleno de andamios y protecciones supongo porque lo estaban pintando de granate.
En la tienda de recuerdos se compran los billetes para subir o cruzar en el ferry volador, subes en un ascensor y una vez arriba las vistas merecen la pena, como era de esperar. Aquà se ve la desembocadura de la rÃa.
Por otro lado la ciudad, que se ve bonita, cuidada, con sensación de ser ciudad «de pasta» y donde pude ver una curiosidad que hasta hoy no conocÃa, los pasos de cebra en diagonal.