Se la tenía jurada

Un día cualquiera haciendo kilómetros por una carretera cualquiera aparece un pueblo llamado Castillo. Me paro a ver pero Castillo no hay, tan sólo una iglesia y una torre defensiva que sacaré otro día. Esta es la iglesia de San Pedro.
Iglesia de Castillo
Aspecto normal, nada especial que destacar así que me voy fijando en los detalles. El primero unas plantas que salen de un árbol. Son las famosas calas o lirios, cualquiera que las haya plantado en su jardín sabrá que son tan bonitas como prolíficas, brotan de cualquier sitio como se ve en la foto y si las dejas enseguida te invaden.
Calas en el árbol
Una lápida dedicada al bienhechor del pueblo, don Emilio de Alvear y Pedraja. Me huele que cuando la palme a mi no me van a dedicar una placa de estas, una porque estoy (casi) más pelao que una rata y así no hay quien se vuelva benefactor titulado y otra porque con una parienta con gustos itinerantes no paro lo suficiente en un destino como para dejar huella perenne.
Placa en la iglesia de Castillo
Canecillos en un alero, aunque estos no enseñan el culo, ni echan la lengua ni son tan simpáticos como otros que he visto.
Canecillos en un alero
La puerta principal de la iglesia no es el Pórtico de la Gloria pero bueno, hace el apaño.
Puerta principal de la iglesia
Por otro lado encontramos una puerta más moderna e impersonal. ¿Qué es eso que tiene escrito?
Puerta en la iglesia
Anda, mira, uno que se la tenía jurada al cura y dejó grabada su opinión para la posteridad…
Grabado en la puerta

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