Solarium, paseo y aumentos

Bonito título, de esos que lo ponen complicado para imaginar de qué voy a hablar hoy…

Me explico. Además de la cámara me gustaría llevar unos binoculares conmigo cada vez que voy de excursión porque así podría ver las buitreras, las cabras triscando por las montañas de enfrente, los pajaritos a lo lejos, los corzos escapándose por los montes, etc. Problemilla, que mis binoculares eran de este tipo:
Binoculares
Opticamente están muy bien, 16×50 (16 aumentos) y lentes de cristal, pero son del año catapum, con el cuerpo metálico y pesan como una vaca en brazos así que al final se quedan siempre en casa y cuando quiero ver algo más cerca me apaño con mi objetivo Nikon 55-200VR. ¿Problema? Tres miserables aumentos, 3x frente a 16x, pero conforme pasa el tiempo cada vez valoro más lo de ir ligerito así que me aguanto porque es lo que hay, o ir con poco peso, o ver con mucha ampliación.
Objetivo Nikon 55-200 VR
Por poner un ejemplo, cuando subí hasta la ermita en un monte junto a Castro Urdiales saqué unas cuántas fotos y vale, se ve bien, se ve con calidad, a un kilómetro de distancia distingues la gente paseando.
Solarium de Castro Urdiales
Enfocando un poquito más allá, a kilómetro y medio sólo ves el paisaje pero ni distingues gente ni nada de nada. Pensando en ver buitres, corzos u otros bichos más lejos aún, las limitaciones están claras.
Playa y paseo
Así que estaba pensando comprarme unos binoculares nuevos mucho más pequeños cuando hace un par de semanas me encuentro en el Lidl estos Bresser 12×32 por ¡9,99 euros! En principio pensé que serían una porquería plasticosa. Los saco de la caja, enfoco dentro del supermercado y hasta se veía decentemente… ostras, pues por ese precio me los llevo y si no me convencen ya los devolveré o se los regalo al hijo de mi vecina y de paso hago la buena obra del 2015.
Binoculares Bresser 12x32
Pues va a ser que de devolver, nada, se quedan conmigo. Pese a un penoso primer incidente en que me quedé con la pieza del ajuste dióptrico en la mano porque debió venir sin atornillar, una vez solucionado el incidente hice las pruebas pertinentes y se ve bastante bien (sobre todo por lo que costaron), no llegan a 300 gramos de peso y amplian que da gusto. Desde el puerto de Raos estuve echando una ojeada al oleoducto que hay en medio de la bahía, a la Isla de los Ratones y todo se veía enorme si lo comparamos con la cámara. Esto promete, otro motivo más para hacer excursiones en primavera…

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