Topolandia

Una de las cosas que más me llama la atención de mis paseos prado arriba y prado abajo es la invasión de topillos o ratones campestres que hay por todos lados. Camino un poco y allá donde la hierba clarea o está recién cortada no es raro encontrar el suelo así.

Un poquito más allá, lo mismo, más agujeros. Al habla con los habitantes de la zona sostienen que antes no había, que los echaron los ecologistas para alimentar a los milanos y en una carretera cerca de Galizano habían pillado a uno con un saco de ratones en la furgoneta. No sé si creérmelo, me suena a aquello de «los piojos los echan desde una avioneta para vender más insecticida». Lo único es que tanto ratón de golpe efectivamente parece algo raro, aunque con esto de internet y la aldea global sabe dios de donde habrán venido los pobres animalicos. Obsérvese como en esta última frase uso un razonamiento tipo C&M muy propio mío, o lo que es lo mismo, Churras and Merinas en la misma frase.

El caso es que hay topillos, milanos también porque los veo habitualmente ojo avizor en las torres del tendido eléctrico, hay comadrejas que se comen los topillos y escapan cuando me ven llegar, hay paisanos cabreados porque milanos y comadrejas se meten en los gallineros y se zampan a sus inquilinas dejándoles a ellos sin huevos (de las gallinas, claro)… ay, qué complicado es esto del equilibrio del ecosistema, me piro a dormir que me agobio…

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