Cuando veo los muñecos esculpidos en las columnas o paredes de las iglesias más o menos voy distinguiendo qué hacen, qué les pasa, si son personas, animales, seres mitológicos y demás. Pero de pronto aparece este tipo asÃ, con una mano en la mandÃbula y cara de pena como si tuviera un dolor de muelas. Pues nada chaval, visita al dentista que por aquellas épocas incluso podÃa ser el mismÃsimo herrero y utilizar el mismo instrumental para las mismas faenas. Quien usa un martillo y un cincel para agujerear una hoja de metal puede usarlo también para hacer un empaste y las tenazas grandes de arrancar clavos valen igualmente para muelas, de ahà la cara de pena del hombrecillo esculpido. No es para menos.
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