Allá por febrero pasaba por delante del Centro de Visitantes de los Picos de Europa camino de Potes y pensé que algún dÃa habrÃa que echarle una ojeada por dentro. Ocho meses después dicho y hecho, nuevamente en la misma ruta fui con tiempo suficiente para hacer un alto y ver el contenido. Bueno, realmente no sólo al contenido, también al continente que ese paralelepÃpedo de color oscuro allà plantado es de lo más llamativo.
Se entra por la parte inferior, bajando esta rampa a mano izquierda. Estéticamente una solución interesante aunque espero que tengan un buen desagüe para que no se inunde el edificio si alguna vez cae una tromba de agua.
El interior está aún más bonito que el exterior. Todo en madera, iluminaciones indirectas, ambiente cálido y unas cuántas cosas que ver.
La visita se hace bastante entretenida porque hay tres pisos, varios ambientes distintos, abarca temas desde ecologÃa a montaña, minas, formas de vida… de todo. Aquà un pasillo con las paredes simulando una cueva, fotos de fauna colgadas, y pantallas en el techo.
Otro pasillo, éste con suelo de cristal y un rÃo discurriendo por debajo. Si, señores de la videovigilancia, yo soy el que pegó un par de saltos a ver si el cristal aguantaba…
En otra de las estancias nos encontramos un montón de troncos en la pared. En cada uno hay una parte acristalada y dentro un trozo de madera de las diversas especies de árboles que hay en Picos de Europa. Aquà delante una maqueta muestra cómo serÃa un bosque tÃpico.
IncreÃble, si hasta se puede ver la reproducción de lo que serÃa una tienda antigua en uno de los pueblos de esta zona. Cuando la vi me dio un vuelco el corazón. ¡Gracias Dios por mandarme a un lugar donde tomar una cervecita! Meeeeeeeeccc… error. No hay cervecita. No hay quien despache. No se puede pasar. Te quedas con las ganas. Cachis…
Por aquà se sube al segundo piso, que es este que se ve en primer plano y al tercero, allá al fondo. Viendo que yo era el único visitante de pronto me vino a la cabeza lo que debe haber costado el centro de visitantes, lo que costará el mantenimiento y algo sobre atar perros con longanizas, pero mira, hoy estoy feliz asà que no me voy a amargar la vida por unos millones de euros de ná.
Ojo a esto porque me pareció alucinante… es una reproducción hecha con cristal de las cumbres de los Picos de Europa, que podéis ver en la foto de la pared del fondo. Vaya trabajón y qué cosa más original.
Eso sÃ, procurad no tropezar y caeros encima porque seguramente os harÃais pupita. Fijaros qué esquinita aguardando a ver si un memo despistado (yo) patina y se cae de culo justo encima…
Porque no soy mala persona, que sino era para llevar un bote de tomate frito, echarlo encima de la cristalerÃa y quedarse en una esquina oscura a ver qué caras ponen los siguientes en llegar.
En el último piso también hay un «mirador». Lo pongo entre comillas porque cuando supe de su existencia me lo imaginé en el tejado del edificio con vistas a los picos nevados de las cumbres más altas de Picos de Europa. Lo que me encontré fue una ventana con dos monoculares apuntando hacia unos prados y un par de montañitas allá al fondo.
Los monoculares mostraban a las claras el paso del tiempo y de las manos de un montón de cafres. Por uno de ellos no hubo forma de ver nada, pegabas el ojo y aquello se veÃa negro como la boca del lobo. Mucha complicación no tiene hacer funcionar un invento de estos, asà que supongo que algo tendrÃa roto. Por el otro sà que se veÃa, aunque estaba flojo en su soporte y bailaba que daba gusto. Unas miraditas a unos paisanos que trabajaban en un prado, unas miraditas a o alto de la montaña donde no se veÃa nada especial y vamos a dar por concluida la visita, que ya es la hora de la merienda y lo primero es lo primero…
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