Viva la normalidad

Estos días he podido leer que en Galicia unos descerebrados, que otro calificativo no merecen, pretendían colocar una bomba de tres kilos porque los príncipes visitaban La Coruña y otra el día de la Constitución. Como siempre que suceden estas cosas, los animales estaban adscritos al nacionalismo mas cerril que es el dado a poner bombas o pegar tiros cuando el pueblo no les da la razón. Bonita forma de pensar: o haces lo que yo digo o atente a las consecuencias.

Aquí ese tema es distinto. Por las calles o en los edificios oficiales hay banderas de España, de Cantabria, alguna rotonda con bandera española estilo Plaza de Colón madrileña en pequeñito y no pasa nada. Nadie se asusta, nadie se horroriza, nadie se preocupa del tema, no se ven grupos cantando el «Cara al sol» mañanero delante de la rotonda ni aparece un rebaño de peludos intentando que retiren la bandera porque dicen que no es la suya. Es curioso que me sorprenda por lo que debería ser la normalidad pero es que en Galicia no lo era ni por asomo. Cuántos coches he visto con el distintivo del país (la pegatina blanca con la E) tachada con spray o rayada, como para ponerle una bandera. Y si aún por encima defendías la igualdad entre castellano y gallego, podías darte por jodido/a

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