Hala, vamos con la quinta y supongo que última entrada sobre la ruta que me llevó a Bulnes pasando por la Canal del Tejo, que con tanto estirarlo ya me recuerda aquel chiste de «me como una y cuento veinte»… Hoy los últimos detalles, aunque seguro que más adelante cuando revise las fotos siempre aparece alguna con la que hacer la tonterÃa del dÃa y acaba saliendo esta ruta otra vez.
Si subir a Bulnes-Castillo después de haber llegado a Bulnes-Villa me costó lo suyo porque el cuerpo habÃa enfriado, no querÃa más subidas y tenÃa el chip a modo relax, más o menos eso mismo me pasó cuando poco antes de emprender la bajada veo un palitroque en el otro lado del rÃo. A ver qué pone, ya que estamos…
Mierda. Mirador Picu Urriellu. Es decir, mirador del Naranjo de Bulnes. Puñetera gracia me hace tener que subir monte arriba otros diez minutos, pero claro, si estoy aquà y no lo veo me voy a volver a casa flagelándome por haberme perdido la vista. Hala, calladito, baja la cabeza y a darle a los pies otra vez. Hemos venido al mundo a sufrir y para eso pusieron delante tuya esta cuesta. Querido diario. Jueves. Tres de la tarde y ya no puedo ni con los huevos. Verás mañana qué agujetas mas simpáticas.
Si soy sincero, no costó mucho. Entre hacer varias paradas viendo cosillas y que habÃa bastante gente más subiendo, cuando me quise dar cuenta estaba en el mirador. Una plataforma sobre las rocas, con su barandilla de madera y un mapa indicador de todos los picos que se pueden contemplar. Al fondo de todo destaca, majestuoso, el inimitable Naranjo de Bulnes.
Ampliando, que es gerundio. Supongo que la ruta que continúa desde Bulnes en dirección al Naranjo discurre por la cortadura entre estas montañas. Bufff… se me está haciendo la boca agua sólo de pensar en ella…
Sà que es inconfundible esa figura. Y lo vertical de las paredes hace que no me extrañe nada tanta dificultad para escalarlo, cosa que ya ni me planteo por ser mucho caldo para mi, me quedo con las rutas montañeras y dejo ejercer de cabra para las cabras propiamente dichas o los montañeros de verdad.
Ya que hablamos de ellas, ¿quienes estaban pastando felizmente al lado del camino? Dos cabras pequeñitas, supongo que parientes de la cabra comebocadillos que me comentaba Francisco en la segunda entrada de la serie. Incluso en el periódico hablan de tres cabras habituales a la salida del funicular que se dedican a la mendicancia alimenticia.
Bajo del mirador por un sendero diferente al empleado para subir, por el camino unas cabañas donde parecen guardar el ganado. Con esa costumbre de mirarlo todo veo la casa por delante, por el lado y por detrás. Vaya, vaya… ¿qué mejor lugar para tirar la nevera vieja que la parte trasera de la casa, donde nadie ve nada?
Clamoroso error esto de ver por todos lados y meterme en medio de un campo de hierba alta por el que también habrán pasado cabras. ¿Porqué? Por ésto. Al no vivir en zona tan rural como en Galicia se me habÃa olvidado que ganado más hierbas altas igual la garrapatas seguras, más aún en primavera. Efectivamente, al llegar a casa y quitarme los pantalones de andar por el monte veo un punto negro en la pantorrilla. Me fijo mejor y qué ascoooooo… una garrapata me habÃa trincado. Te vas a enterar tú. Pinzas a ras de piel, tiro suavemente, compruebo que no ha quedado atrás ningún resto de la cabeza del bicho y la piso cien veces para que aprenda. Por si os pasa, otra opción es cubrirla totalmente con un grumo de vaselina, que la ahoga y se suelta sola. A mi me falta paciencia, donde esté la fuerza bruta que se aparte la sutileza (eso si, nunca le estrujéis el cuerpo al quitarla y comprobad siempre que no os quede un resto de la cabeza enganchado en la piel, que luego vienen los problemas).
Sigo bajando. Anda, ¡si hay un corral con cerdos vietnamitas! El señor cerdo seguramente habÃa llegado a casa tarde y perjudicado, de modo que la señora cerda lo hizo dormir fuera en el felpudo para que aprenda.
Tres y pico de la tarde, seguÃa durmiendo la mona tranquilamente. Ni se inmutaba con los visitantes. A su lado dormÃa un tropel de cerditos negros.
Otro marranete andaba triscando por el corral. Empezó a seguir a esta gallina, que escapaba del acoso pero en cuanto el cerdo se daba la vuelta la gallina hacÃa lo mismo y le picaba en el rabo. Cerdo detrás de la gallina, gallina escapando, cerdo que se vuelve, picotazo en el rabo y vuelta a empezar mientras los que estábamos fuera del corral nos reÃamos, parecÃa un episodio de dibujos animados.
Emprendemos la vuelta, pasito a pasito mucho más fácil porque era cuesta abajo aunque con el cansancio acumulado las cosas no se ven igual de bien que por la mañana, que estás fresquito y listo para lo que te echen. Ahora ya era patear seguido con los ojos puestos en el destino y volviéndome muy de cuando en cuando para sacar alguna foto. En un momento dado incluso me pareció distinguir la silueta del Naranjo por encima del resto de montañas.
ParecÃa… pero no es. No sé cuál será esta pero la forma no es la misma si vemos las fotos hechas desde el mirador. También es bonito, pero ha tenido la mala suerte de vivir al lado del Naranjo original que con su fama le roba todo el protagonismo posible. Mala suerte, señor pico no-sé-cómo-se-llama.