San Sebastián es la playa de la Concha, el monte Igueldo, el Urgull, paseos, tiendas y ¡como no! Esto…
Pero qué cantidad de bares para tapear, comer pinchos variados, probar uno, otro, otro más, salir, dar diez pasos a un lado u otro y hale, siguiente bar, más pinchos y más vinos, sobre todo en la zona del casco viejo. Tengo que confesar que para estas cosas opongo muy poca resistencia y basta una seña para iniciar la carga, a por ellos mis valientes que los pinchos son pocos y cobardes.
Véase como curiosidad ésta imagen. No todos los pinchos son iguales, no todos los palillos son iguales. Dependiendo de si son redondos o cuadrados indican un precio u otro. Según me comentaron, lo normal es coger un plato en la barra, pillar todos los pinchos que quieras comer, dejar los palillos en el plato y a la hora de pagar ir con plato y palillos a la barra, donde el señor camarero hace recuento para calcular a cuánto asciende la dolorosa. Verás tú como con esto de la crisis habrá quien le pegue el cambiazo de palillos al vecino de barra para ahorrarse un eurito.
Ah, San Sebastián siempre tuvo fama de ser ciudad cara, tapeo caro y todo eso. Pues los pinchos estaban más baratos que en Santander. Ahà quede, a ver si más de uno toma nota y se baja de la burra, que menudos precios tienen en algunos locales…
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