Altamira por fin (I)

Poco a poco voy sumando hitos a la lista de logros conseguidos. Ya he visitado Altamira, aunque sólo haya sido la neocueva. Tres añitos, tres, tardé en pasar por uno de los lugares más emblemáticos de la comunidad autónoma. De refilón me enteré que el Banco Santander tiene una página donde puedes comprar las entradas anticipadamente y eso me removió un poco por dentro. Pero qué vergüenza, esto hay que ir a verlo sí o sí. Hala, vengan dos entradas y una vez compradas no valen las excusas. Allá nos vamos en sábado, primero llegar casi a Santillana del Mar, desvío a mano izquierda y todo derecho hasta llegar aquí.
Entrada al Museo de Altamira
Eso colorado en primer plano es la taquilla. Si has comprado las entradas por internet no hay que pasar por ellas, con el papelito que te imprimes vas directo al Museo, que viene siendo eso de color amarillo un poco más arriba, y en recepción te lo cambian por las entradas correspondientes. Más fácil imposible.

Esta es la entrada al Museo. Aquí hay una exposición de historias prehistóricas varias, una tienda de recuerdos y la neocueva.
Entrada a la exposición y Neocueva
Oficialmente en la exposición no se pueden sacar fotos. Como allí todo hijo de vecino le daba a la cámara cosa fina y todos somos iguales, un servidor sacó la cámara y vamos a guardar cuatro recuerdos de mi paso por aquí.
Paseando por la exposición
Primer recuerdo: el primo de Pocahontas vestido de cuero. Como diría mi mujer, «esta ropa vuelve a estar de moda este año». Seguro que los collares con dientes de oso también, como si lo viera. Y entre los bosquimanos no resucita el pantalón de pata elefante porque cada vez quedan menos paquidermos, que sino volverían a llevarse cada dos o tres años.
Maniquí prehistórico
Un par de pasillos después aparecen las reproducciones de pinturas halladas en otras cuevas, como estas manos halladas en la Cueva de la Fuente del Salín.
Manos pintadas en la piedra
Ampliamos un poquito y se ven manitos a tutiplén. A lo mejor es la firma de todos los que participaron en pintar los ciervos y bisontes habituales que se pueden ver en los techos de las cuevas.
Detalle de las manos
Finaliza la visita con un pase por la neocueva. Se trata de una reproducción de la cueva original pero tanto se nota que es artificial que ni engancha, ni impresiona, ni ná de ná. El techo es como el de la cueva prehistórica, pero el suelo es artificial y liso, vas por una pasarela, hay explicaciones en las paredes, una proyección tras un cristal… le falta el encanto de las cuevas de verdad, ese verte exactamente en el mismo sitio que sus habitantes, ver que todo es como era hace miles de años, etc. Tras haber visto varias cuevas antes, ésta me decepcionó bastante.
Entrada a la Neocueva

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