No quiero dejar pasar los dÃas sin haceros partÃcipes de un hecho increÃble, inexpresable e incontestable, además de insólito e inesperado. Para la obtención del material gráfico (o sea, las fotos) que suelen acompañar a estas letras suelo usar una réflex, una compacta y la cámara del móvil, dependiendo las ganas que tenga de cargar peso ese dÃa en concreto. Una tradición en mi antiguo blog era no darles tiempo a envejecer a las cámaras compactas por el expeditivo sistema de dejarlas caer al suelo involuntariamente en cuanto se acercaban a la foto número 666 (la foto de la bestia).
Primero palmó una Nikon L11, luego una Nikon L15. Por si acaso Nikon y yo tenÃamos mal karma, la siguiente fue una Panasonic DMC-F3 lo cual se mostró un acierto porque lleva conmigo desde diciembre de 2010, sigue sana y con más de mil setecientas fotos. Si mañana o pasado se me cae al suelo, entonces es que además de un manazas soy gafe.
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