Madre mÃa, hacÃa cuánto que no veÃa este modelo de bicicleta, una BH similar a la que me prestaba un vecino y con la que di mis primeros pasos en el deporte de las dos ruedas. Sabe dios desde cuándo no se fabrica ya y aquà tenéis una parejita, aparcada en el puerto de Santoña y con signos de ser usadas habitualmente pese al óxido que el ambiente salino le va causando.
Como tantos otros de Cantabria, ese es otro pueblo donde el uso de una bicicleta da su juego: totalmente plano, alargado, con paseo marÃtimo fácil de recorrer, vas de una esquina a otra en un pispás sin preocuparte por aparcamientos, multas ni otras zarandajas. Con su cestita para llevar mercancÃas y hala, piernas para qué os quiero.