Hace un par de fines de semana me cogà a uno de los perros, el más joven, que para la otra con sus diez años esto iba a ser mucha aventura, y nos fuimos a hacer la ruta de Tresviso. En ésta otra entrada se puede ver la central eléctrica de Urdón donde comienza y un mapa de la ruta. La idea era completarla toda si era posible y, si no, llegar hasta el Balcón de Pilatos desde donde hay unas vistas impresionantes.
Comienza muy suavita ella, bastante llana, al lado de un rÃo, cruzando un par de puentes y caminando bajo árboles. Todo muy bucólico. Supongo que el que la creó lo hizo asà porque si llega a verse lo que viene después, el 99% del personal huye despavorido. Lo dicho, rÃo, montañitas, todo muy fotogénico.
A partir de ahà se desata el horror. Subida, subida, subida y más subida, todo en forma de eses porque la inclinación de la montaña impide subir directamente. Como además uno es asà de listo, en vez de ir por la fresca me dije «dos horas y media de ruta, entonces si la hago a partir de las doce llego a Tresviso a la hora justa de comer». Con un sol de justicia y al mediodÃa, los dos litros de agua que llevaba entre el perro y yo nos duraron media hora. Sube, sube, vuelve a subir, te preguntas no sé cuántas veces qué coño haces allÃ, aprovechas cualquier sombra para descansar un poco pero como uno es cabezón, seguà subiendo poquito a poquito y tras sudar ciento veinte litros como mÃnimo por fin habÃa llegado al Balcón de Pilatos donde efectivamente, estas vistas merecen y mucho la pena.
No sólo las vistas, sino la sensación de tranquilidad, el silencio, contemplar el vuelo de los buitres (o el bicho que sea) y escuchar una especie de cencerro gigante sonar y sonar. ¿Qué era? Una cabra justo enfrente y delante de una pared vertical, se ve que resonaba el cencerro de tal forma que lo oÃamos en todo el valle. Ampliando a lo bestia la imagen podéis ver la famosa cabra, que estaba situada en esa oquedad que se ve en la parte superior central de la imagen anterior.
Justo enfrente, a lo lejos, se veÃa también una casita que manda carajo donde la fueron a construir. Supongo que será algo relativo a la central eléctrica porque no me imagino a nadie viviendo ahÃ, mucho menos en invierno cuando esto tiene que estar llenito de nieve. Aunque bueno, como hay gente para todo no pondrÃa la mano en el fuego no vaya a ser que me la queme y con lo que les gusta el churrasco a mis perros alguno es capaz de dejarme manco.
¿Y hacia abajo? Lo que se veÃa eran las tremendas curvas que hubo que subir para llegar al mirador, fuente inagotable de agujetas. CuriosÃsimo lo de mi perro. Nunca habÃa ido a la montaña pero subÃa sin problema y mejor que yo (cosa de la tracción a las cuatro patas), buscando la parte de los caminos con más tierra y menos piedra donde no patinaba. Iba un metro delante mÃa o un metro detrás, se paraba también en las sombras y no se quejó ni un minuto, es más, pareció pasárselo como un enano. Me parece que ya tengo compañero para unas cuántas excursiones más.
Desde el Balcón de Pilatos poco faltaba para llegar a Tresviso, pero para ser la primera incursión montañera y al haberme quedado sin agua preferà no abusar y dar por concluida la subida. Concretamente me faltarÃa un trozo de camino a la derecha de la imagen, subir unas curvas que se ven en el centro con forma de Z y luego otra media horita en llano.
Estas son las últimas curvas de subida ampliadas. Después de todo lo que ya habÃa subido no creo que representaran mucho problema.
Empezamos el descenso y hay que ver lo que cuesta subir, pero lo rápido que desandas el camino cuando es cuesta abajo. En ello estábamos y de repente nos alcanza un guardia civil ¡¡¡que venÃa corriendo!!! Paró un minuto con nosotros, le hizo unas caricias a mi perro, le pregunté si estaba entrenando y me contestó afirmativamente, pero que bajaba corriendo porque si no se le hacÃa muy largo el camino. Madre mÃa, que no los necesite nunca en montaña, pero si los necesitara no cabe duda que bien entrenados sà que están.