Pese a las notables diferencias que nos separan y que tanto noto cuando voy recorriendo sus tierras, a los franceses creo que algo nuestro se les ha pegado por la cercanÃa. Veamos unos ejemplos. Un parquecito a la orilla del rÃo, ¿qué mejor lugar para plantar un tarugo de metal oxidado?
Con la de figuritas majas que hay, con la fuente tan bonita que podÃan poner, sólo se les ocurre plantar un poste oxidado y con la parte superior parcheada. Señor, señor…
Ejemplo número dos: ¿qué tengo que buscar un nombre para mi empresa de ropa? ¿Para qué innovar o arriesgar si podemos usar uno que nos deje medio hecha la labor publicitaria? Mmmmmm… ¡Zapa! ¡Seguro que no existe nada igual ni parecido!
Por último, como no, una argolla en la pared es el lugar ideal para abandonar un envoltorio usado en el más puro estilo «Todo hueco es papelera«. ¡Fijaros! Si queda perfecto, cómo se nota que es de su misma talla. ¿Para qué llevarlo a la papelera que hay cinco metros más allá si aquà engrandece el panorama y le da sentido a la existencia de esa argolla?