Estos dÃas estuve un poco desconectado del blog por una razón de lo más pintoresca que para más me cayó de rebote. A ver cómo lo cuento… hace un par de meses pusieron un anuncio solicitando «figurantes» (extras) para una pelÃcula sobre Severiano Ballesteros que se iba a rodar en Cantabria. La parienta se enteró y cómo a ella esas cosas de lucir palmito le pirran, corrió a apuntarse «y de paso te apuntó a ti que asà igual vamos los dos», creo recordar que me dijo. Me debió pillar pensando en las musarañas como es habitual y según parece contesté en sentido afirmativo. Clamoroso error, como se demostró este lunes cuando me llaman A MI (con un interés por el tema bordeando el cero patatero) para ir a ejercer de actor al dÃa siguiente y a ella le dicen que no la necesitan. Maldito el dÃa que me apunté, porque me vi en el papelón de sabe dios qué tenÃa que hacer al dÃa siguiente por un lado, y por el otro a la parienta mosqueada porque tú sà y yo no. Al final acabaré yéndome a crÃar cabras en plan ermitaño a un monte de la Vega del Pas y ya verás como aún asà me cae algún marrón de cuándo en cuándo…
Lunes tarde, acercarse al club de golf de Pedreña para hacer una prueba de vestuario, consistente en buscar la vestimenta que te pondrán para rodar. Al ser una peli de los años setenta de pronto te ves metido en unos pantalones de campanolo y estrechÃsimos en la cadera, marcando paquete cosa mala, a juego con un jerseycito dos tallas menos para que quede bien ceñido y del que asoma un cuello de camisa picudo hasta la esquina del hombro. Si ya tenÃa poca gana del tema fue verme al espejo y entrarme ganas de salir corriendo. Como uno es hombre de palabra, al haber dicho que iba hice de tripas corazón, me tragué mi orgullo y aquà me tendréis mañana.
Llega el martes. Hala, a Pedreña a las ocho de la madrugada, una hora que aún hay calles sin poner y ni los gallos se han levantado. Nos vestimos. Nos maquillan, poquita cosa porque los figurantes sólo estamos para hacer bulto. Sacan una mesa con la cafetera y unos donuts. La gente se pone morada a papear. Yo ni los pruebo porque venÃa desayunado de casa. Nos llevan a la casa-club del campo de Golf porque van a rodar la primera escena al lado. No sentamos y aparecen con un montón de bocadillos. La gente se lanza sobre ellos como si no hubiera un mañana. Madre mÃa, qué saque tiene el personal, yo sigo sin tener la mas mÃnima hambre…
Y pa que no se diga, aquà tenéis la primera foto del rodaje. Los actores y el equipo en el green, y estos que véis aquà delante (dos parejas y otros tres un poquito más adelante) son «figurantes», están allà para rellenar el hueco, ambientar y que no se vea la escena muy desangelada.
Bien, de ahà en adelante fue palmando poquito a poquito el mito del cine, el glamour de los rodajes y todas esas historias que uno se imagina. Graban una escena que dura, pongamos, quince segundos. La vuelven a grabar. La vuelven a grabar otra vez. Mueven la cámara de sitio y vuelven a grabarla otra vez. Y otra. Y otra. Vuelta a mover la cámara. Otra vez la misma escena. Y otra, y otra, y otra, y otra… total que acabas hasta los mismÃsimos huevos de hacer una y otra vez lo mismo. Bueno, lo mismo no, porque como los figurantes somos «bulto» no tenÃamos nada prefijado y generalmente lo mismo daba que estuvieras mirando, que te movieras, que no, que anduvieras o que fueras hablando con otro, asà que una vez hacÃas una cosa, luego otra, luego la de más allá, asà variado para entretenerte un poco. Bueno, y de hablar, ni hablar. El sonido queda reservado para los protagonistas y como el micro que usan es tan sensible, si los figurantes hablásemos aunque sea a esta distancia de las cámaras nos escucharÃan igual.
Asà que entonces estás actuando, haciendo una escena mientras mueves la boca pero no dices ni mú. La primera vez aún pase, la segunda pase, a partir de la tercera te ves cada vez más ridÃculo y de ahà en adelante sólo le pides a dios que acabe la tortura de una vez.
Esto en el supuesto de que te escojan para hacer una escena, que figurantes hay un lote de ellos vestidos de maneras variadas para que el director elija según le convenga. Si no te escogen te toca esperar, y esperar, y esperar, todo rato de pie porque la ropa es prestada, no te puedes sentar en el suelo que se mancha, no hay sillas y como la jornada es maratoniana, al final del dÃa casi ni te tienes en pie. A eso le sumas unos zapatos que me dieron más duros que un dÃa sin pan y asesinos para los callos, el resultado fue un dÃa de rodaje que pasarÃa perfectamente a una crónica de terror. Y eso que el primer dÃa aún me tocó chupar cámara de cuidado y estuve entretenido, que el segundo dÃa preferÃan gente con vestimenta de colores más neutros que lo que yo llevaba asà que todo el dÃa espera que te espera para al final no hacer nada. ¿Qué se hace en esos casos? Ver el panorama, buscar insectos, charlar con todos los demás, bendito smartphone que me permite navegar, usar correo, mandar whatsapps y sacar fotos, que es lo mÃo, mientras éstos siguen filma que te filmarás.
A las ocho de la mañana empieza la preparación, en cuanto pueden comienza el rodaje y aquello se prolonga hasta que haya luz, o sea, hasta las ocho de la tarde con una horita y media para comer. Tooooodo el rato viendo cómo hacen una escena, la misma, la misma, la misma… la tarde se hizo no eterna, si no eternÃsima. Aquà están unos cuántos compañeros de rodaje haciendo bulto a distancia. Yo, lo mismo, pero más lejos. Esta era la última escena del dÃa y como me tocó la china, hala, a pringar hasta que se escape el sol.
Cuando por fin se fue la luz y dijeron que nos fuéramos no podÃa contener la alegrÃa. Pensé en ponerme sospechosamente enfermo justo esa noche y no poder ir al rodaje al dia siguiente, pero mira, dije que iba y aunque sólo sea por vergüenza torera, allà estaré. Y allà estaba para ver cómo seguÃan filmando escenas. El personal del rodaje, peluqueras, maquilladoras, retocadoras de pelucas, costureras, también se cansaba, pero ellas se podÃan sentar tranquilamente sin problemas para seguir el rodaje.
Al final del segundo dÃa nos trajeron unos plásticos para que nos pudiéramos sentar, menos mal porque llegaba un punto que como aquel imitador de Rambo «ya no sentÃas las piernas».
¿Lo mas interesante? Uno de los aparatos que usaban para filmar escenas desde arriba, un ortocóptero (tiene tela el nombrecito). Ocho hélices como las de los helicópteros y una cámara en la parte inferior. Pensé que serÃa una cámara especializada para cine pero de eso nada, es una Panasonic GH2, una cámara similar a las réflex que usamos tantos fotógrafos sólo que puede grabar en vÃdeo FullHD.
Cuando sacaban el trasto éste nos avisaban varias veces que no viésemos hacia arriba, que no siguiéramos al ortocóptero con la mirada porque se supone que en la peli no aparece nada en el cielo ni pasaban ovnis sobre Pedreña en ese momento. Claro que en cuanto veÃas al invento sobrevolar el set de rodaje era imposible no echarle una ojeada por lo llamativo del sistema.
En fin PilarÃn, que dos dÃas allà metido, dos dÃas viendo y participando en un rodaje, otra experiencia más y otra cosa que contar aquÃ.
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