SeguÃa pendiente… hasta que este domingo por fin pude tachar una de esas cosas que tenÃa en negrita, subrayada y marcada con rotulador fosforito: visitar el Castillo del Rey en San Vicente de la Barquera.
A eso de las doce de la mañana cruzábamos esa puerta, menuda vergüenza tener un castillo en Cantabria con lo que me gustan y haber tardado cuatro años y medio en visitarlo.
Un metro habÃamos recorrido y hala, a pagar. Poco, eso sÃ, un euro cuarenta por barba. Bastante apañado viendo lo que cobran por entrar en otros lugares.
Vista y foto por supuesto de uno de los puentes que cruzan la rÃa. Fijaros qué dÃa tenÃamos y eso que era uno de noviembre. Con ese sol y calor acabamos yéndonos a dar una vuelta por la playa de Oyambre.
Subido el primer tramo de escaleras se pueden ver todos los tejados desde arriba, una esquinita del puente y la zona portuaria a la izquierda, y la playa de El Tostadero a la derecha.
Nos encontramos dos entradas a la torre. Una de ellas va a la planta baja donde habÃa una exposición de fotografÃas muy maja sobre San Vicente y alrededores.
La planta superior está ocupada por la tÃpica exposición museÃstica fija con paneles explicativos, mapas, cuadros y un par de cañones antiguos.
Este impresiona, menudo trasto. Vaya espectáculo debÃa ser cuando un galeón mandaba una andanada de treinta o cuarenta cañones disparando a la vez.
Una maqueta muestra cómo era San Vicente hace un porrón de años. Más o menos como todos los pueblos con fortaleza, la mayor parte de las casas en su interior, unas poquitas junto al mar y donde ahora está la mayor parte del pueblo habÃa poco más que campos, caminos y prados.
Esto es lo que habÃa en el interior, dentro de unos dÃas nueva entrada con el resto del castillo.